Desde que en octubre de 2013 me comprara la Giant XTC 2 de 29, tenía en la cabeza hacer un triatlón Cross. El hecho de que la bici de montaña nunca ha sido lo mío y que las pocas carreras que hay son en plena temporada de triatlón “de carretera” ha hecho dilatar bastante mi debut en esta modalidad.
Este año anunciaron un triatlón cross en Castro Urdiales el 12 de octubre. Tarde, pero fuera de la temporada, con lo que podía prepararlo un poco en condiciones. Que fuera Campeonato de España me daba un poco igual.
Así que 4 semanas antes, fui con Javi Pérez y Alberto González a ver el circuito. Tampoco era plan de hacer el ridículo en carrera, así que quería comprobar si era capaz de completar el circuito sin demasiados problemas. Para nuestra sorpresa, el circuito resultó muy duro, pero sobre todo muy técnico en la subida. Había tres rampas en las que impepinablemente me iba a tener que bajar. Todavía me sorprendió más ver que un tío como Javi, que anda un huevo en BTT, le pasara lo mismo.. así que ya veía que el tema iba a ser complicado para la gente de GGEE, que no es que esté precisamente acostumbrada a este tipo de circuitos. Para mi alegría y tranquilidad, la bajada era bastante menos técnica. Con piedras por todos lados de las que parece que te van a partir el cuadro, pero se podía hacer perfectamente montado, y algunas zonas, muy rápido.
Así que decidí que sí que corría a falta de ver cómo terminaba el duatlón de Valtierra. Como ya he contado fue un auténtico desastre por mi retirada, y según llegué a casa me apunté al triatlón, po lo que a la vuelta a Vitoria seguí con mi intensivo de BTT, que ya había empezado 4 semanas antes, y que estaba dando buenos resultados por lo que iba viendo en Strava de mi evolución en las bajadas, Urbina, Senda de los Caballos, San Juan en el Aldayeta, etc, aunque todavía a la mitad de velocidad que los zumbados poseedores de los KOM alaveses.
El tema en Castro Urdiales empezó a torcerse cuando se cumplieron las previsiones de lluvia. Bueno, no. Se cumplió que llovía, pero nadie había avisado el diluvio que cayó y que inundó algunas zonas del pueblo. Cuando hicimos el circuito chispeaba y ya estaba complicada la subida. En mojado, no sé los Élite, pero de los GGEE no iba a subir ni uno montado. Eso en un circuito con una sola trazada y 7 km por vuelta, con 250 participantes iba a ser un paseo de 2 km empujando la bici por el barro. Personalmente, yo pasaba de participar en eso, así que le propuse a Javi ir a comernos unas rabas al polideportivo. La salida de élite estaba aplazada hasta las 12 cuando entonces darían información. Entonces se decidió hacer un 500-8-3 eliminando la parte del bosque de la bici.
Bueno, algo es algo. El cambio tampoco me iba mal del todo, aunque prácticamente no había nadado este mes porque la natación no iba a ser decisiva con una bici de 1h20 por el monte, llevaba las ruedas con 2 bar justitos de presión en las ruedas, y con el barrizal que tenía que haber iba a correr con las Cascadia que había llevado de churro porque el grip de mis viejas T7 auguraba un par de patinazos, mínimo.
Así que neopreno y a calentar. Para terminar de poner trabas, empezó a levantarse el mar, y había un meneo muy serio, que cada vez que pasabas una ola te metías un buena castañazo en la caída por el otro lado.
Pero todo motivado de repente (¿gel de cafeína de 226ers?), me pongo en primera fila, hay un amago de salida nula, pero ya escarmentado con varias carreras en Cantabria este año, no paro y llego el tercero al agua aunque la entrada no es la más rápida de mi vida y enseguida empieza a pasarme gente.
Antes de llegar a la boya, en una de las que estoy en una cresta de ola, veo que tengo un huevo de gorros verdes por delante. Me hundo un poco, pero me centro en intentar nadar bien, que estoy nadando como el puto culo, estirar la brazada y aprovechar la corriente y las olas que ahora sí van a ser a favor. Al salir del agua creo que estoy en el segundo grupo.
Voy a por la bici, me pongo los guantes, las zapatillas de la mtb con media cinta de las tres que tiene y la lengüeta torcida, y arranco. Ya sé lo que toca. 2 km a muerte, bajar, y repetir. Tengo la sensación de ir subiendo con un tractor. La bici pesa un huevo, al final no nos hemos atrevido a meter más de los 2 bar que llevábamos para la zona de piedras y me noto la bici pequeña. Al llegar arriba, intento respirar un poco, pero me pasan dos y tiro para cogerles. También llega Javi por detrás, y ahora sí que me pongo a rueda. La bajada no es difícil, pero es bastante locura, con tanta gente, cada uno por una trazada distinta. No me descuelgo apenas y comenzamos la segunda vuelta.
Me quedo cortado porque el chico de delante se descuelga de Javi, y hago toda la segunda vuelta a unos 10 metros de ellos sin poder terminar de enganchar, ni en la zona de asfalto por no tirar a una chica de élite que no me deja sitio para adelantarla (tampoco hago demasiado por hacerlo…)
Me bajo, me pongo las Cascadia con las que he corrido una vez por el monte en tres años y salgo bastante fuerte. Son sólo 3 km así que no guardo nada. Voy pasando bastante gente pero todavía hay muchos por delante, y en el giro ya levanto un poco el pie. Las zapatillas empiezan a pesarme bastante y voy bastante asfixiado.
Al final, 8º de mi grupo de edad. Bueno, ha sido divertido, pero no era lo que esperaba. Aun así, contento porque me he defendido bien con la bici de montaña, aunque me hubiera gustado probarme en alguna situación un poco más exigente. Este invierno le seguiremos dando caña con la gente del Vibike, que seguro que me enseñan mucho, muchísimo.