Triatlón de Vitoria 2015. Crónica.

De nuevo, un año más, la carrera del año era en casa. Y de la misma forma que el año pasado, llegaba con una preparación más propia de distancia olímpica que de Media Distancia. Si la temporada pasada fue muy bien y este año tenía todavía menos tiempo con Adrián ya con un año y medio, no había razones (ni posibilidades) de cambiarlo. Ahora que está de moda contar los entrenamientos por horas (a mí es un dato que me dice más bien poco), creo que no he llegado a 10 horas en ninguna semana. En realidad, he estado mucha más cerca de las 7 u 8, con un 3-2-1.

Este año me lo intenté tomar más como un premio que otra cosa. Mejorar lo del año pasado era casi imposible: en puesto seguro que no porque había más nivel, pero estaba nadando bien, sacando muy buenos números en los entrenamientos en bici y corriendo estaba más o menos como siempre. Pero también sabía que el año pasado se dieron unas circunstancias de carrera muy particulares que me favorecieron y que probablemente no se darían ese año. Así que intenté quitarme presión (esa que me pongo yo solito) y disfrutar como si fuera la última vez que fuera a correr en Vitoria. Como decía antes, pretendía tomarme la carrera como un premio a un montón de años de constancia y trabajo. Como me decía mi abuelo, yendo poco a poco como la tortuga que le terminó ganando a la liebre, valorando el poder estar en boxes al lado de los buenos, con mi bici en el tercer lugar, al lado de la de Estrangeiro e Ibon, y con gente muy buena alrededor, gente que va a ir a Kona, gente con marcas terribles… Pues ahí estaba yo.

Disfruté como un enano cuando me llamaron por mi nombre, recorriendo la alfombra azul hacia el agua, saludando a la suegra y demás conocidos… Una pasada.

Pero una vez colocado en la salida y con 800 tíos puestos 5 metros detrás dispuestos a comerse a esos flipaos de élite, había que empezar a dejarse de chorrradas y empezar a pensar en competir.

Voy a hacer aquí un alto en la crónica para decir algo que  creo que tengo que decir. Hubo bastante revuelo  en las horas previas a la carrera, y con razón,  debido a la posibilidad de que la natación fuera sin neopreno. Según nos informaron en la charla técnica, la víspera de la carrera estaba a 22,9°C. Eso según las tablas del Reglamento, si se mantenía así hasta una hora antes de la carrera, implicaba que los que estábamos apuntados en Élite íbamos sin neopreno y los grupos de edad con neopreno. Yo no tengo ningún problema con eso, siempre y cuando:

  1. Existieran dos clasificaciones distintas: reglamento distinto = clasificación distinta.
  2. Se dieran las salidas de élite y grupos de edad con mayor separación que la salvajada que se hizo.

Se pretendió hacer algo parecido a la salida de Ironmans como el de Lanzarote, pero entre que alguien no calculó muy bien las distancias y que hubo gente que se saltó descaradamente la salida, se produjo una salida muy espectacular y saldremos en youtube  pero la salida que se hizo fue muy peligrosa.

Está guay hacer una cuenta atrás para darle emoción al tema, pero ni es el protocolo establecido ni es posible sujetar a 800 tíos con la adrenalina saliéndoles por las orejas. Así que pasó lo que estaba claro que iba a pasar. Que antes de darse el bocinazo de salida, algún grupo de edad ya estaba corriendo encima (literalmente) de los élite  que estábamos esperando el bocinazo, llegaron lanzados donde nosotros con el consiguiente atropello y mal rato que mucho tuvimos que pasar en el agua.

Pongo el vídeo de ambas salidas. Creo que la diferencia es bastante notable.

Salida Lanzarote:

 Salida Vitoria

Por último, estaría el tema de la pasta, que a mí me da igual, pero que los grupos de edad opten a premio en metálico con un reglamento que les favorece, tampoco tiene ningún sentido, y por eso en ninguna carrera optan a pasta y sí a subir a un podio en su grupo de edad.

Bueno, al tema, que me coloqué en la alfombra lo más escorado posible a la derecha para ir hacia las boyas lo más recto posible. Después de varios movimientos de todo el mundo de un lado para otro, fueron todos obligados a ponerse encima de la alfombra de donde yo no me había movido a pesar de la bronca que me echó Guz por hacerlo. (ver minuto 3:30 del vídeo de la salida) Total, que estábamos unos 20 para salir en una melé en 2 m2, y los 800 por detrás.

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Se dio la salida y para cuando entro al agua ya tengo gente por los lados y alguno por encima. Élite y GGEE llevamos el mismo color de gorro, por lo que no sé quién me está adelantando, pero son tantos, que ya me doy cuenta de que desde luego no son todos élite. Que hubiera bastante gente de grupos que nadara más rápido que yo entraba en los planes. Pero no que en los primeros 100 m ya no estuviera ni entre los 30 primeros. Después de recibir una patada en la boca y algún que otro golpe, intento mantener la calma, recuperar la respiración y buscar mi ritmo. No termino de coger pies, pero tampoco me quedo sólo y la boya de giro aparece antes de lo que me esperaba. Ya se ha tranquilizado un poco el asunto, empiezo a encontrarme mejor, y aunque sé que voy retrasado, me centro en nadar bien, recto y seguir buscando pies. Voy remontando algunas posiciones y tras el último giro, veo que tengo a un grupo de unos 10 a tiro, tras volver a quedarme sólo. Así que a la par de otro chico, intento cogerles hasta conseguirlo justo antes de ponernos en pie.

Intento no incorporarme  hasta que toco las piedrillas de la orilla con la mano, como siempre, me pongo en pie  y salgo como un tiro. Este año en las carreras no estoy nadando más rápido pero sí que salgo mucho más descansado del agua y eso me está permitiendo hacer buenas transiciones y salir bien en bici.

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Veo a Zubia justo delante, igual que en Aritzaleku, así que no ha ido tan mal la cosa como me esperaba. Oigo a mucha gente animarme, pero ni miro ni distingo a nadie. Voy todo lo rápido que puedo a mi bolsa. Veo que la de Ibon ya tiene el traje dentro. Cojo aire,  me quito bien el neopreno, saco el casco, meto el traje en la bolsa al segundo intento, me pongo el casco a la carrera y voy esprintando a por mi bici. Ventajas de correr en élite, no me va a costar nada encontrarla así que no pienso. Sólo corro. Le veo a Ibón que no sé que anda con las zapatillas. Cojo la bici y salgo zumbando delante de él. He adelantado varias posiciones (luego vi que hice la segunda mejor transición de toda la carrera sólo por detrás de Esrtangeiro), salto de la rana a muchísima más velocidad de lo habitual, pero por suerte caigo bien y con los pies en las zapatillas. Vamos!!

 94 km por delante para hacer lo que mejor sé hacer en bici. Ir acoplado y mantener un ritmo. ¿Pero qué ritmo?  Tras los últimos test en el circuito,  y el test de FTP en llano de este año, me había marcado 240w medios y no pasar de 155 ppm. Así que con las ideas bastante claras, me meto en los acoples y empiezo a pedalear.

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Antes de llegar a Marieta me adelanta ¿¿Iván Gil??. No me di cuenta, pero le había adelantado en las transición.   Después de decirnos un par de tonterías me adelanta. No intento seguirle, pero tampoco se me va demasiado, hasta la subida del avituallamiento donde me tomo el primer gel de la bici y ahí sí que se me va.

Después de la bajada de Heredia me pasa Arnaiz. Igual que con Gil, tampoco me parece que lleve mucho más ritmo que yo, pero al llegar a Gebara también se me acaba yendo. Voy pasando gente poco  a poco, pero mucho menos de lo que me esperaba. Pensaba encontrarme en algún grupo pero voy mucho más sólo que el año pasado donde a esas alturas ya íbamos cinco.

Antes de llegar a Vitoria me pasa Cuenllas. Va muy atrancado frente a mis 94-95 rpm, pero al final, la velocidad es muy parecida, así que esta vez sí, intento que no se me vaya demasiado y tener alguna referencia para no perder la concentración. Voy a los 240w previstos, con el pulso un poco alto, pero creo que va a ir bajando.

En el cruce de la Duna, tras ver a Patri, no puedo evitarlo me vengo arriba,  y me acerco demasiado a Cuenllas y tomo la primera mala decisión de la carrera, pasar a tirar con un cambio de ritmo que tuve que mantener después de ver a Olatz y Portilla gritarme que iba el 11º.  No fue mucho tiempo, porque poco después de Durana me volvió a pasar, pero yendo tan cerca del límite cualquier exhibición de estas se acaba pagando. Ya no hubo muchos más movimientos. Justo después de Landa pasé a Hektor Llanos y Oscar Abad, que me confirma que voy 9º.

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Voy un poco por delante de Miguel Platero al que he adelantado hace un rato y que me pasa en la subida a Heredia. Tras bajar, nos juntamos con gente buena del Ironman y se crea el segundo  momento de más tensión de la carrera para mí. Se producen un montón de adelantamientos entre buenos nadadores del Ironman rebasados por ciclistas mejores de esa distancia y llegamos nosotros. Yo pensaba que tendríamos que ir mucho más rápido que ellos, pero se ve que van calientes y nos cuesta pasarlos. Tanto, que incluso nos adelanta alguno. Es imposible adelantar sin invadir carril contrario, así que me dejo caer un poco y espero al cruce de Garaio, para en cuanto llegamos a la carretera ancha atacar como si estuviera en una carrera con drafting y dejar atrás todos los problemas.

Al llegar a Matauco se produce el momentazo de la carrera. Paso por encima de algo azul y de repente oigo hacer un ruido a alguna de mis ruedas. Dejo de de dar pedales, miro la delantera, la trasera… no puedo creerme que haya pinchado… Me pasa Platero me dice que las ve bien… Patxi Fresnillo, ve mi cara de pánico pero no me dice nada, y entonces me doy cuenta de que era un plastiquito azul que se había quedado en la horquilla y le iba rozando a la rueda. Lo quito con cuidado y cometo el segundo error de la carrera. Volver a apretar como si quisiera recuperar el tiempo perdido. Vuelvo a ponerme delante de Platero, le explico lo que me ha pasado (como si le importara) y sigo tirando para volver a recuperar los 240w. No es que me hiciera especial ilusión conseguirlos bueno, un poco o sí), pero después del alivio de ver que lo que podía haber sido un desastre ha pasado, me noto pletórico y con ganas de seguir intentándolo.

En el último avituallamiento ya no me quedan geles (tercer error, llevar sólo tres en la bici), así que cojo agua y me la echo por las piernas para refrigerarme un poco. Las entradas a Vitoria son muy especiales para mí. Sobre todo cuando lo hago por las misma calles por las que vuelvo a casa todos los días que entreno. Portal de Villarreal, Francia, Olaguibel, me saco las zapatillas ante bastante más gente que el año pasado, cruzadito arriesgando y le tiro la bici a Pedro, mi compi de curro que ya sabía que iba a estar ahí. Corro sin quitarme el casco porque me lo grita todo el mundo… (aunque también me leí en el Reglamento que una vez que sueltas la bici no hace falta) y recorro descalzo los menos de 100 metros de loa que todo el mundo se quejaba y al final han resultado ser uno de los tramos más espectaculares de la carrera en medio de un pasillo de gente que te animaba como si les fuera la vida en ello…

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Llego a mi bolsa, oigo a Ieltxu y me siento a cambiarme resoplando al lado de Cuenllas. Calcetines, zapatillas, gel de fresa de 226ers pequeño y para fuera.  Me meto el gel al bolsillo (al menos eso creía) cruzo la Virgen Blanca y paso a Cuenllas y a Rafa Lao (que tiene pinta de que no va a terminar) que me desea suerte.

Ya estoy un poco liado con los puestos, pero Zigor y Alberto Bravo me ponen en situación: Egoitz, Monguillot, Unanue, Gil, Arnaiz, Estrangeiro y después yo. 7º. Te cagas. Quería salir a hacer 3:50-3:55, pero los primeros kilómetros me salen a 3:45 a pesar de que me parece que no voy forzando y de que llevo a Sergio Tejedor pisándome los talones y llevar a alguien oyendo sus pisadas me pone bastante nervioso, así que no aflojo.

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A partir del km 5, coincidiendo con el suplicio del Paseo de la Música, empiezo a estabilizar en 4’/km. Bravo me dice que Estrangeiro va a petar. Bueno, yo tampoco tengo muy claro que no vaya a hacerlo, así que tampoco me emociono, y en los cruces empiezo a fijarme ya en la gente que viene por detrás. Limia y Javier Pérez son lo que creo que van mejor. Justo antes de volver a pasar por el puente de Castilla le paso a Estrangeiro, que efectivamente ha reventado. 6º. No me lo puedo creer. De todas formas, veo que voy bastante justo y todavía me quedan más de 10 km. Ya iniciada la segunda vuelta me pasa Limia. No le conocía. Y luego me dicen a mí que estoy flaco.. Pero si está en los huesos! Sigo a lo mío. Miro el Garmin de Ele (gracias, tío!) Y ya veo que el ritmo empieza a bajar. Y la gente empieza acercarse. En el Paseo de la Música me entran las primeras ganas de pararme, estirar un poco los cuádriceps y mear de una vez, pero me aguanto como puedo. Me echo la mano al bolsillo trasero a por mi gel… y NO ESTÁ!! La cagamos. Ese momento en el que buscas el gel milagroso que cure todos tus dolores y te dé la energía cual poción mágica de Asterix… NO ESTÁ!  Empiezo a pensar lo que me queda hasta el siguiente avituallamiento… en el Mineral!! Bua… No llego.. empiezo a pensar en recortar, parar, terminar lo que ya se está convirtiendo en una agonía, pero me acuerdo del Challenge de 2012, la tortura que supuso para mi durante un año esa retirada y descarto cualquier cosa que no sea llegar a meta. Busco un ritmo que me permita respirar mejor, que haga que me duelan menos las piernas. No  sé si lo consigo. Me noto igual que en Calella 2011, arrastrándome y empiezo a perder posiciones. Ya no recuerdo el orden.. Creo que primero fue Pérez bajando por Cervantes. En cuanto Zigor se fue con la bici a otro lado, me paré pasado Corazonistas y me puse a mear como pude, lo que aprovecha Tejedor para adelantarme. Después me pasa Cuenllas y ya no recuerdo cuándo me pasó Mari para dejarme fuera del top10. A esas alturas, me daba igual todo ya, no hice el mínimo esfuerzo por seguirle. Supongo que tampoco podía. Sólo quería llegar a meta, terminar y descansar.

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En el último paso por la Virgen Blanca veo a Carlitos donde todos los años, me vengo mínimamente arriba, pero lo suficiente para intentar llegar con un poco más de dignidad y voy pidiendo paso entre corredores doblados, para por fin pisar la alfombra azul y entrar en la última recta. Este año ni veo a la gente que está animándome. Lo siento muchísimo por Patri y Adrián. No veo pero voy pensando en ellos, dedo pulgar a la boca y dedicatoria para mi hermano, que como ya puse en las RRSS sabía que me estaba siguiendo en la distancia y que estaría orgulloso de cómo había corrido. El momento se merece vídeo y foto.

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Al final, puesto 11º. Habrá análisis la semana que viene (espero), pero a pesar de que no me gusta perder puestos en los últimos kilómetros y no estoy acostumbrado a ello, estoy contento con el resultado y muy orgulloso de cómo corrí. Tuve mis errores, pero creo que estuve valiente. Me la jugué, no salió del todo bien, pero no me quedaré pensando “ y si….”. Di absolutamente todo lo que tenía y llegué hasta que mi cuerpo y mi cabeza no pudieron más.