Vitoria 2016

Después de tres carreras Saint Pee, Ondarroa y Lekeitio, donde no habían salido las cosas bien, llegaba el turno de la carrera de la temporada para la mayoría de los triatletas alaveses. Justo se cumplían 8 semanas desde que acabé de tomar la última tanda de antibióticos, la que me obligó a estar parar del 1 al 10 de mayo y la que me dejó completamente destrozado.

Ya entonces sabía que iba a llegar muy muy justo para esta carrera, pero que si no había algún contratiempo más, podía conseguirlo. Para complicarlo un poco más, tuve que ir a Getafe dos semanas por trabajo en mitad de junio, pero conseguí capearlo como pude, intentando convertir los inconvenientes en oportunidades, trabajando la natación con Jaime Menéndez de Luarca, tanto en piscina como en aguas abiertas e como intentando meter algo, aunque fuera algo, de carrera a pie en aquel infierno. Y el fin de semana, bici. Por fin empezaban a volver a salir los números en los entrenamientos.

Siempre suelo intentar hacer al menos un entrenamiento bueno en cada uno de los sectores un par de semanas antes de la carrera, para probarme y sobre todo para coger confianza.

El de la carrera a pie salió el sábado de 2 semanas antes de la carrera tras nadar en Landa unos 2500 m persiguiendo a las chicas de Jamie Turner.

Salieron 18 km por debajo de 4’/km, incluyendo los dos primeros de calentamiento por encima de 4:20 por lo que el resto rondaron el 3:50. https://www.strava.com/activities/620266144

El entrenamiento «clave» de la bici, fue una combinación de dos: por un lado, entre semana hice una hora fuerte, pero no a tope: 273/282/159 ppm: https://www.strava.com/activities/629186029

Y el domingo (7 días antes de la carrera) hice otro entrenamiento de casi dos con la última hora, la parte más «llana»,  con 1h10 a 242w/253np/142. De esta forma, intentaba buscar o definir mi ritmo de carrera. La horquilla era bastante amplia, pero entre los dos tendría que estar el ritmo de carrera.

Tras una semana previa bastante más tranquila que otros años, llegó el día de la carrera. Como en 2015, volví a coger el autobús en el Hotel del Boulevard, que salía a las 6:40, ya que vi que el año pasado dio tiempo de sobra… Siempre y cuando:

-no te dejes la bomba en el autobús, te des cuenta a los 5 minutos de bajarte e intentes volver corriendo a buscarla en balde.

-no te encuentres la rueda trasera pinchada en boxes por haber sido perezoso el día anterior y no haberles quitado presión dejándolas más de 4 horas a 35 grados (culpa también del sistema de alargadores que tienes que meter el palito o una llave Allen de 2 mm para acertar con el obús).

-seas un tío tranquilo y habilidoso y no te cargues 3 desmontables en el intento de cambiar la cámara antes de la salida.

Por suerte, la niebla se alió conmigo, y como ya pasó el año de mi primera participación en esta carrera en 2007 cuando se nadaba en Garaio, se tuvo que retrasar media hora la salida y me dio tiempo hasta a calentar en el agua y hablar con gente del equipo para relajarme un poco antes de la salida… Aunque algo me decía que todavía iban a pasar cosas.

Llegó el momento de la salida, del momento paseíllo, aunque este año, lo hicieron en orden inverso a la lista de salida, ¿?, con lo que salí casi el último, pero no supuso ningún problema, ya que todo el mundo se apelotonó en la derecha y yo me quedé en la izquierda tal como tenía previsto.

A estas alturas, ya no recuerdo demasiado de esta natación. Sólo que salí relativamente bien, aunque la zambullida inicial no salió tan fina como en los días previos que estuve ensayándola en el mismo sitio (como para no hacerlo después de la cagada de Lekeito) pero no tuve los problemas del año pasado ni con los Élite ni con la horda de GGEE que salía 15 metros por detrás y no 5 como en 2015.

También recuerdo que una de las boyas me la zampé, literalmente, y creo que ahí es donde se paró el Garmin. Pero bueno, la sensaciones que tenía era de estar nadando bien (en el gráfico se ve que voy bastante constante por debajo de 1:30), esta vez con un Orca 3.8, pero que al final me costaba mover un poco más que el Predator.

Según he visto en el FlyBy de Strava, Ibon me pasó en la primera boya de giro y al final me sacó 40 segundos… Pero bueno, 27’40» a 1’27″/100, que está bastante mejor de lo que había hecho este año, aunque sigo pensando que lo podía haber hecho mejor, aunque el pulso va bastante alto, así que tampoco es que vaya dormido en el agua.

Salí muy rápido del agua, como siempre en casa y voy a por mi bolsa. Entonces veo a Ibon que se va. Bueno, más o menos según lo esperado, pero entonces es cuando se empieza a torcer la cosa. Al estar dentro de la bolsa, se ha soltado el visor del Met Drone, exactamente igual que le pasó a Jan Frodeno en Lanzarote, y me paso 40 interminables segundos intentando hacer encajar los dos puñeteros clips en su sitio, mientras noto cómo me pasan triatletas por detrás, el speaker va cantando el nombre de gente que está saliendo del agua (Arnaiz, Aintzane, Gema) y yo sigo arrodillado ahí en el suelo..

Decido cambiar de estrategia y me voy con mi casco y mi visor corriendo hacia la bici, para ver si dándome un poco el aire y con menos gente alrededor soy capaz de meterlo en su sitio.

Me cuesta otros 20 segundos (más o menos, lo que he visto es que tengo alrededor de 1 minuto más en la transición que el resto de gente) pero por fin lo consigo.

Salgo de la transición con bastante rabia, salto encima de la bici, empiezo a meter watios, pero no avanzo…. Bien. Me está rozando la rueda trasera recién cambiada en los hiperaerodinámicos tirantes de la Blue. Joder, ¿¿¿qué más me puede pasar???

Me paro, intento centrarla mientras me sigue pasando gente. Vuelvo a arrancar y ya no queda más que apretar y esperar a que no pase nada más.

La primera vuelta la hago más o menos a la par de Guz y Zubia, lo que no es mal síntoma del todo. En las subidas, Zubia se adelanta y Guz se queda. Mientras que en los tramos llanos, volvemos a pasar a Zubia que va sin cabra y se nota a pesar de llevar acoples largos.

Pero no sé muy bien cómo, de repente, antes de llegar a Zurbano, me veo metido en un grupo de unos de 20 triatletas en los que además de Guz y Zubia identifico a Tejedor, Puigmal, Labayen, Arnaiz, Feliz, Miguel Ruiz, mis compañeros de equipo Ele y Aintzane, un francés (Bielsa) y una suiza de la que hablaré más tarde.

Es momento de parón, en el que aprovecho a beber el Energy de 226ers y pensar un poco. Vamos casi una hora de carrera voy a 250/266 w y 154 ppm. Un poco por encima de lo previsto.

Se nota que en el grupo se va cómodo, pero tengo bastantes dudas de que podamos llegar a Vitoria así sin tarjetas. En lugar en fila de a uno a 10 metros, vamos en dos líneas en paralelo, con lo cual todos los de la izquierda están haciendo blocking, los de la derecha no saben qué hacer y yo me estoy empezando a poner nervioso. Empieza a haber algunos «cruces de opiniones» en el grupo y decido quedarme a cola y evitar problemas hasta que llegamos a Durana al inicio de la segunda vuelta, y decido, no sé muy bien basado en qué, que ese es el momento para lanzar un ataque y marcharme de ahí. Pero ni era el sitio, ni las condiciones. Pensaba que al dar el viento de cara se podría endurecer un poco la carrera en esa zona, pero se ve que me equivoqué. Era un grupo de mucho nivel, en formación cuando menos rayando la ilegalidad, y 8 minutos a 280w no me sirvieron absolutamente para nada. Sólo para cansarme.

En la subida a la presa desisto y vuelvo a quedarme a cola para recuperar un poco y gestionar mejor la distancia de drafting. Y al llegar a Landa, comienza el despelote del que tanto se ha hablado y que supuso la descalificación de muchos participantes. Se sabía que los primeros grupos del Half íbamos a coincidir con los menos rápidos del Full. No hacía falta hacer muchas cuentas. Todos sabemos lo que cuesta dar una vuelta al pantano, y si no, no hace falta más que mirar nuestros Stravas, que estamos hartos de dar la vuelta al pantano. Eso, o calcular que iremos entre 38 y 41 km/h, por lo que si la vuelta es de 40 km y casi todos nadamos en alrededor de 30 minutos…. Y si los participantes en el Full salen entre 5 y 10 minutos más tarde, y muchos nadan en 1h10… Por eso se definió un punto de confluencia en Landa donde estaba permitido invadir el carril contrario, tal como se explicó en la charla técnica. Ahora bien, si se forman los pelotones que se formaron en los 5 primeros kilómetros en el Full, porque NO SE CABE… No hay nada que hacer.

Ya vale de echar la culpa al triatleta. Ahí es imposible. No se cabe. Los vídeos y fotos de la natación quedan chulísimos, pero para dejar 10 m de distancia a una velocidad media de 36 km/h, (10 m/s), no pueden salir del agua más de 1 triatleta por segundo. O sea, 60 triatletas por minuto. Y si alguien se toma la molestia de mirar las clasificaciones, en la zona media de cada carrera (tanto Half como Full) salen 100 tíos por minuto. NO SE CABE. Da igual que sea Vitoria, Mallorca o Kona, por citar los últimos ejemplos en los que se han dado situaciones parecidas-.

En el triatlón, como en casi todo, a estas alturas está todo inventado y aunque las situaciones van cambiando ya hay soluciones para los problemas que se están creando últimamente. Salidas por GGEE, Rolling start… Hay muchas opciones: Para mí, la ideal es una salida de entre 100 y 200 triatletas que quieran ir a «disputar» la carrera (una salida de 20-30 triatletas me parece descafeinada) y el resto en Rolling start, ordenados por tiempos estimados por cada triatleta.

Sigo: Antes de llegar a Marieta estuve a punto de irme un par de veces al suelo o tirar al de al lado como se ve perfectamente en esta foto de Jorge Morales al intentar adelantar a participantes del Full que iban casi por la línea, a pesar de ir gritando «IZQUIERDA, IZQUIERDA IZQUIERDA!!!» durante kilómetros.

Al llegar a Marieta, el minúsculo arcén de esa carretera desaparece, con lo cual todavía sufrimos un efecto embudo. Y ahí decidí que ya valía. La carretera está cortada en sentido contrario, había visibilidad y decidí invadir en 30 cm el carril contrario. Y entonces llegó una juez y me dice que estoy descalificado por eso. Me quedo petrificado. No puede ser. Acabo de pasar a 300 tíos en PELOTÓN y me descalifican a mí por una acción que ni supone peligro para nadie, es más, es por mi propia seguridad y la de los que me rodean, ni saco ventaja alguna ¿y me descalifican? Le dijo a la juez que por favor se lo piense, pero me dice que he invadido carril contrario, le veo apuntar algo en la libreta (sin sacarme tarjeta de ningún color, detalle importante) y se larga de allí como si nada.

Pasan unos minutos en los que me quedo completamente hundido. Me dan ganas de mandarlo todo a la mierda, coger el cruce de Maturana y marcharme a mi casa, colgar la bici, olvidarme de todo el puñetero año que estoy pasando y dedicarme a otra cosa… A veces parece que la gente no se da cuenta de lo que significan algunas carreras para la mayoría de nosotros y de lo poco que cuesta echar por tierra tanto trabajo e ilusiones. Pero me acordé de un triatlón de Hondarribi donde me sacaron la que hasta ese momento había sido mi única tarjeta en 15 años y que luego no se hizo oficial (por lo que llevo 15 años sin tarjetas) y decidí seguir hasta el final. Pero claro, no es lo mismo. Cuando hay que apretar para que el grupo no se marche, la cabeza no funciona igual, las piernas parece que pesan más, eres menos agresivo, … y final me quedé descolgado, con el francés, la suiza a la postre ganadora de la carrera que hizo a rueda del francés desde Hermua hasta Vitoria en una de las actuaciones más bochornosas que he visto en mi vida y Etor Mendia. Pasado Salvatierra, adelantamos a Beñat Arnaiz, que parece que está bastante tocado, y empiezo a ver que el ritmo que se está llevando en la bici, con el calor que va a hacer en la carrera a pie, pueden pasar factura y me animo un poco, creyendo que he hecho bien «decidiendo» seguir a mi ritmo y no obcecarme con el grupo grande.

Al final del sector de bici, 242w/255 np y las 152 ppm de casi siempre en esta distancia. Se ve claramente cómo los últimos 25 km iba bastante tostado, con la potencia bastante por debajo de la media. (40 minutos a 220w, en los que perdí unos 2 minutos con el grupo)

Transición en la calle Olaguibel, brutal, como el año pasado y me cantan el puesto 23 o 24 con la suiza tramposa justo detrás. Y otra vez la misma historia del año pasado con el casco. Da igual lo que se diga en la charla técnica, lo que ponga en el Reglamento. ¿Igual había que empezar a hacer las charlas técnicas obligatorias para los jueces? Por lo menos para que todos oigamos lo mismo y juguemos a lo mismo. El caso es que otra vez, nos hicieron correr con el casco y todavía no sé por qué. Pero ya me lo había quitado y corrí con el casco puesto como pude, el visor se cayó (menos mal que los voluntarios sí que están a todo, me lo recogieron y me lo guardaron (Gracias!!)

Y llego a la carpa de la Plaza de los Fueros. Calcetines, gel de cafeína y salgo con los ánimos del enorme Ieltxu!

Nada más salir de la carpa veo a Tejedor que se ha retirado. Así que empezamos a descontar. Llevo los cuádriceps un poco cargados, así que me lo tomo con calma, y con el recuerdo de lo rápido que empecé en 2015 para luego terminar arrastrándome, y viendo el calor que hace, decido levantar para buscar un ritmo entre 3:55 y 4:00 y no un 3.45 que no voy a poder aguantar. El ritmo parece lo suficientemente bueno como para ir remontado y antes de terminar la primera vuelta ya voy el 14º, encontrándome bastante cómodo.

Pero en el km14, empieza la crisis de todos los años. Igual cuando consiga meter más volumen corriendo consiga retrasarla, pero con mis 50-60 km mensuales, parece que va a seguir así, por lo que toca tratar de aprender a gestionarla de la mejor manera posible. Veo que llevo el pulso por encima de 170 ppm. Intento quedarme en 4:20 y que no pase de ahí el pulso. Sé que si paso el infierno de las universidades, los últimos 2-3 km son mucho más llevaderos.

Me he colocado en el puesto 12, no veo a nadie por delante, así que me centro en asegurar mi puesto, no liarla y disfrutar de los últimos metros.

Al llegar a meta, sale mucha, mucha rabia de mi interior y por una vez, me lo dedico a mí, porque nadie, nadie, sabe lo que he sufrido en los últimos meses, y para una alegría que tengo me la quedo para mí. Me importa una mierda que pueda quedar egocéntrico, egoísta, que se me critique… A la mierda. Este momento es para mí.

Pero en cuanto paso por debajo del arco, me acuerdo de que tengo un problema bastante gordo que solucionar con los jueces, y que tengo que intentar que una decisión injusta no acabe con esto. Así que voy a buscar a Marta San Martín, le cuento lo que ha pasado y pregunto cuál es el procedimiento para reclamar. No ha llegado ninguna notificación de mi tarjeta, así que me voy al masaje, a coger las cosas de las transiciones, con un regusto agridulce y sin poder sentirme realmente contento a pesar de haber hecho una de las mejores carreras de mi vida a pesar de todo… A las 15:30, sigue sin llegar ninguna notificación de mi tarjeta y decido irme a casa. Hay 48 horas para reclamar, así que tampoco pinto nada ahí y me voy a descansar par volver a ver luego el final de la distancia ironman.

El lunes se publicaron las clasificaciones y ahí aparecía. Puesto 12º. Ni rastro de la tarjeta, que recuerdo que no llegaron a sacarme, y así quedó la cosa, pero el mal rato que pasé durante la carrera y en las horas posteriores no me lo quita nadie.

En cualquier caso, sigue siendo la carrera más especial para mí, sigo creyendo que tiene potencial para ser un triatlón de referencia en Europa, pero espero que se nos escuche y se ponga solución a los problemas que todo el mundo ve que existen.  Así que el 9 de julio de 2017 volveré a estar en la salida de la playa de Landa buscando mi carrera perfecta.