Vaya por delante que esta entrada no le interesará a casi nadie. Es entrada tipo «diario», que en realidad es como empezó esto… De hecho, había pensado hasta dejarlo como privado, pero quién sabe… lo mismo a alguien le sirve. Así que ya que lo escribo (para mí sí que creo que va a ser útil, como veremos más adelante), aquí queda.
Desde pequeño, siempre he tenido muchos problemas con las anginas. Todos los inviernos tenía amigdalitis, por lo menos un par de veces, con inflamaciones bastante serias, pero no lo suficiente como para operarlas. El último episodio lo tuve en el invierno de 2008-2009 (¿veis? la utilidad de un blog..), en el que pasé casi tres meses con recaídas, cambios de antibióticos, corticoides, etc.. Para más detalles: ver las entradas del blog entre diciembre de 2008 y febrero de 2009. Lo que no escribí en su día fue que cuando estaba terminando el último periodo de anginas, fui a un centro, curandero, o lo que sea, que me hizo el llamado “estrangulamiento” de anginas, que consiste en un “masaje linfático” en muñecas y antebrazos aderezado con una serie de cosas, digamos menos físicas. Casualidad o no, he estado 7 años sin volver a tener anginas. Ahí lo dejo.
El caso es que cuando este año me estaba empezando a encontrar tono, y justo después de la competición de natación Máster de Sopelana, me empecé a notar un pequeño dolor de garganta. Después de la prueba ya me noté flojo, luego vino la fiebre, y luego ya vi que tenía las amígdalas inflamadas y con pus. Fui al médico (miércoles 16 de marzo), y me dio un antiséptico (Resorborina) para hacer gárgaras y el antibiótico de tres días que en 2008 no me hizo ni cosquillas. Como llegaba el fin de semana y eso no mejoraba (voy a ser un poco pesado con lo de los días de la semana, pero creo que la clave de todo este rollo son los plazos y la ansiedad..), volví a ir, y esta vez ya me dio amoxicilina 875mg con ácido clavulánico. Este empezó a funcionar, y el martes ya fui a nadar. Los tiempos no salían, estaba destemplado y me fui a casa antes de terminar.
Al día siguiente, no se me ocurrió otra cosa que ir con el equipo a Lakua a hacer las series de entrenamiento a pie para el duatlón por equipos de Egüés. Otro día que me noté con más frío de lo normal, pero bueno, corriendo no iba mal. Hay que recordar que seguía tomando el antibiótico. (20 pastillas/3 al día = casi una semana). Para seguir liándola, el jueves (santo), no pude aguantarme (porque claro, llevaba 10 días sin andar en bici y me parecía una eternidad) y salí con el equipo para dar nada menos que la vuelta de Orduña. (A todo esto, también me molestaba la rodilla, creo que por no haber puesto bien las calas de los P1, pero eso es otra historia). Hasta Aiurdin fui medio bien, pero al bajar Altube empecé a quedarme a cola de grupo y en cuanto vi la encerrona que nos había preparado Alvarito, que no iba bien, que quedaba Orduña y que la rodilla empezaba a molestar, en cuanto vi el primer cartel de Vitoria, me despedí y volví por la Barrerilla. Tuve que subir por fascículos para parar a estirar los cuádriceps y porque no había mucho fuelle. Total, que después de que me pasara hasta un tío con una bici de estas mixtas, paré en Murgia y llamé para que vinieran a buscarme. Entonces pensaba que el problema era sólo la rodilla. Pero seguía con los antibióticos.
El viernes (santo) antes de ir a Valtierra, nadé en Mendi y ya me encontraba mejor. Al menos , mejor que el martes. El sábado, último día con antibiótico, salí a correr. Flojo, pero no me molestaba la rodilla (notad que era lo que me preocupaba entonces…) El domingo, en el primer día sin antibiótico, volví a salir a correr, y ya pude hacer varios kilómetros a 3:45/km, dando por terminado el problema.
Y a partir de ahí, fui encadenando entrenamientos, empezando a meter caña de verdad en la bici, y aunque los números no terminaban de salir del todo, veía que iba por buen camino y ya tenía la primera competición en la cabeza: el triatlón de Senpere, incluso haciendo series buenas en subida, el último día 4 x5’ a 350w (miércoles). Pero volví a recaer. Y otra vez al médico. Y otra vez las gárgaras y los 875 mg de amoxicilina con ácido clavulánico. Esta vez, las placas de pus desaparecieron muy rápido y sólo estuve tres días parado, así que el domingo volví a subir al rodillo. 40 minutos, suave, sin pasar de 200w. Y ya entrábamos en la semana de Senpere. Estaba cansado pero para correr el sábado el mixto me veía bien. Más dudas me generaba el individual del domingo. Pero el lunes corrí 8 km sin muchos problemas, el martes nadé bien, el miércoles hice bici suave en mi último día de antibióticos. El jueves (ya sin antibiótico y debía creerme que sólo con eso ya iba como un tiro), 4500m haciendo pruebas de neoprenos. Ahí me di cuenta, que en las tandas de 400m el pulso lo llevaba 5 ppm por encima de lo que me había salido en otras pruebas anteriores y que además tenía que hacer las recuperaciones de 2 minutos en lugar de 1 minuto. Por la tarde estaba reventado y el viernes paré. Lo de Senpere, ya lo conté….
Y el lunes volvía a tener las amígdalas inflamadas. La parte buena de esto, es que parece que se confirma que en Senpere no nadé ni el sábado ni el domingo como se supone que tenía que hacerlo porque seguía enfermo o por lo menos afectado por los antibióticos, bacterias etc, aunque no quisiera verlo. La mala: pues que vuelta a empezar, y ya en pleno mes de mayo. El médico me dijo que las placas de pus eran superficiales, así que no íbamos a tratarlas con antibiótico, sino con las famosas gárgaras e ibuprofeno. Pero pasaban los días y cada día se inflamaban más, así que el jueves volví al médico, pero esta vez al que me ha tratado siempre en los últimos años. Me recetó otro antibiótico diferente, pero me cogió una muestra para asegurarnos si era virus o bacteria la causante del problema.
Como el resultado no me lo daban hasta el martes y no quería volver a tomar antibiótico sin tener certeza de lo que pasaba decidí dos cosas:
1- No tomar el antibiótico
2- Volver al curandero de “estrangulamiento” de anginas.
Ninguna de las dos cosas funcionó, y el domingo, aprovechando que iba al ambulatorio con Adrián, le pedí a la médico que me mirara. Me cogió otra muestra, esta exprés, para descartar lo de la bacteria, y efectivamente, se descartó que fuera Streptococo. .o sea, que era virus. Así que parecía que hice bien en no tomar el antibiótico y ya sólo podía esperar que mis defensas se recuperan y eso se fuera solo.
Pero hete aquí que el martes recojo los resultados de la prueba del cultivo del jueves anterior y ahora resulta que sí que es bacteria.. Y que para más inri, los antibióticos a los que es sensible son «de carácter hospitalario». O sea cañeros que te cagas.
Me recetan el único que no es de inyección acompañado de corticoides para ver si por fin me baja la inflamación, ya que llevo semanas tomando ibuprofeno sin ningún efecto positivo.
Pero esta vez sí, decido parar hasta que no termine el antibiótico. En cualquier caso, aunque no lo hubiera decidido, tampoco hubiera podido… Porque efectivamente, lo del «carácter hospitalario» se notaba. y estaba como un auténtico trapo. Así que me estuve 10 días parado. Entonces (10 de mayo) ya tuve que ir a la piscina, para hacer aunque fueran sólo 1300 metros para moverme un poco. El jueves (12 de mayo) repetí para hacer otros 1000m, y el domingo para celebrar que terminaba el antibiótico, 50 minutos de rodillo a nada más y nada menos que 157 w.
De esta forma, me plantaba a 8 semanas del Half de Vitoria, con mis fuerzas prácticamente a cero tras cuatro tandas de antibióticos, dos semanas de parón y otras cuantas que sí que no, y con sólo las competiciones de natación y Senpere en mi haber. Así que estoy más o menos en la misma situación que en 2013 cuando me detectaron una anemia a final de mayo, y tenía 8 semanas para preparar el Challenge de Vitoria de infausto recuerdo para mí. Entonces no salió bien. No calculé bien, me quedé corto en algunos puntos, apuré demasiado la puesta a punto… Esta vez haré todo lo posible, que no es precisamente ponerme a entrenar como un loco, si no hacerlo bien, fuerte, pero de forma calculada y con cabeza (que no es fácil) para que no se repita el mismo resultado.