Toca la Crónica de Egüés. Cómo cuesta escribir las crónicas de las carreras que no te han dejado buen sabor de boca… Pero hay que estar a las duras y a las maduras, y de estas cosas se aprende, y mucho, así que ahí vamos.
Teníamos mucha ilusión puesta en esta carrera. Teníamos un equipo de 6, relativamente compensado en la carrera a pie y bastante potente en la bici. Así que el objetivo era correr cerca de 3:30, llegar más o menos enteros a la bici, pasar la primera subida todos juntos y a partir de ahí, relevos de 10-15 segundos siempre que el sinuoso terreno del Valle de Egüés lo permitiera, para acabar corriendo en plan “sálvese quien pueda”. Antes de la salida, Ciro puso un poco de cabeza fría en medio tanto entusiasmo y nos recomendó salir un poco más despacio, a 3:40 para que no nos pasara la del año pasado.
Por mi parte, como conté en la previa, llegaba con el gemelo derecho muy justo, sin correr en tres semanas, salvo una pequeña prueba de 5 km unos días antes de la carrera que no salió nada bien. Así que mi objetivo era llegar como fuera a la T1, darlo todo en bici y ver qué pasaba en el último tramo corriendo. Hice un calentamiento muy corto y muy suave y me tomé el gel de café de 226ers. Si mi gemelo tenía 5-6 km de vida, tampoco era cuestión de malgastarlos calentando, sobre todo si no salíamos a tope.
Nos colocamos en la salida, perfectamente ordenados por parejas y allí vamos. Esta vez preferí no tirar yo. Cuando me pongo un dorsal no sé ir por debajo de mi ritmo, así que me puse en la cola para controlar el grupo, gritar a los de delante y empujar a quien lo necesitara.
Sin embargo, me costó muchísimo arrancar. Los primeros 500 metros se me hicieron durísimos, probablemente por no calentar bien, me entraron todo tipo de dudas, hasta que un poco después ya empecé a encontrarme mejor.
El primer kilómetro lo pasamos a 3:40. Era ligeramente hacia arriba y con viento de cara, por lo que el íbamos según lo previsto. Segundo kilómetro, más favorable, a 3:28/km, pero el km 3 ya se nos fue a 3:44, con Oscar empezando a pasar problemillas que intentaba solucionar con el empujoncito del dedo.
Creo que es por eso que el pulso sí que lo llevaba alto. Como dije el año pasado, parece que no, pero dejar de bracear para poner tu dedo en la espalda del compañero, cansa y mucho. (Una vez más, la importancia del braceo en la carrera a pie)
Llegamos a la transición, de nuevo perfectamente ordenados, salgo el primero a pesar de entrar penúltimo pero mis compañeros comienzan a gritarme. No entiendo muy bien lo que dicen. La tapa, la zapa…. Miro hacia atrás y veo que la zapatilla de correr se me ha quedado pegada al velcro de la zapatilla de ciclismo que está en el pedal con las gomas (increíble), así que me tengo que parar, dar la vuelta con la bici en la mano, soltar la zapatilla del velcro y dejarla en su sitio.
Vuelta a arrancar y ahora ya voy el último. Salto de la rana, que hoy sí sale bien (es lo que tiene practicar las cosas) y a dar pedales. Me pongo a cola del grupo, digo que ya estoy y Rubén empieza a tirar en su línea… O sea, fuerte. Nos ponemos a la par de un equipo, pero no terminamos de adelantarles. Doy un grito y digo que ahí no nos podemos quedar, así que pegamos otro apretón, que yo creo que es el que termina de machacar a Oscar que decide descolgarse para no frenarnos y empieza a hacerle daño a Mendes.
Mis relevos lo doy cortitos, (se ven los picos en la gráfica) no me veo muy fino de momento, y terminamos sin piñones (menos mal que puse el 25) haciendo la subida detrás de Rubén. Llegamos arriba, esperamos un poco para reagrupar, y ahora sí, me pongo a tirar fuerte. Pero duro muy poco porque a pesar de ser terreno favorable, Mendes se ha vuelto a quedar. Nos entran las dudas. Esto no estaba en el guión. Pensábamos que una vez arriba ya iba a ser imposible quedarse, pero estábamos equivocados. Seguimos así, entre que «espera que llego», «levanta que se queda», «déjame que recupere» y «dale ahora que ya estamos», hasta el giro del km 10,5 en el que ya Mendes decide quedarse del todo. Quedamos 4: Rubén, Arias, Javi y yo. Ya no podemos fallar ( a todo esto yo llevo los gemelos sin ninguna molestia y ni me acuerdo de ellos). Empezamos a pasar con más fuerza aunque en mi opinión con los relevos demasiado largos para intentar recuperar lo que sabemos que hemos perdido.
Llegamos fuertes abajo, transición rápida y a correr.
Promedio de 245, 268 normalizados y 168ppm. Pulso alto para poquitos watios y donde se ve que el principio de la primera subida se nos fue de las manos.
Salimos rápido, me pongo a tirar, pero de repente Rubén dice que se ahoga y no puede respirar, así que levantamos de nuevo el pie. Una vez pasado el primer kilómetro, con el terreno más favorable, parece que ya se recupera un poco y volvemos a bajar de 3:30, pero en el tramo final es Javi, que hasta entonces parecía que iba sobrado el que empieza a pasar por problemas, y terminamos haciendo el último 500 a ritmo de 3:37.
Total, que quedamos 5 quintos. De los que dije en la previa que estaríamos en la pomada, últimos. Quintos en el primer parcial, a 30 segundos del Saltoki, cuartos en la bici y segundos en el último parcial a pie, que es el único en el que estuvimos al nivel de los de delante.
Esta disciplina es complicadísima. Sabíamos que individualmente no estábamos mejor que el resto de equipos, pero confiábamos en que trabajando seis como equipo podríamos compensar ese déficit que teníamos (como el Atlético de Madrid contra el Real Madrid, vaya). Pero ya hemos visto que hace falta que el grupo sea muy parejo, más de lo que demostramos ser el sábado, para intentar optar a puestos más delanteros, porque la diferencia sigue siendo grande. Que la gente anda mucho!! Y por último, que hay que tener más de un plan, porque normalmente pasa, que no todo sale según lo previsto. Hay que tener todas las opciones en mente, para no pasarnos 8 km dudando. Tal vez nos faltó algún entrenamiento juntos en la carrera a pie, pero bueno, no tenemos que olvidar que somos un equipo con gente con bastante obligaciones, horarios de trabajo complicados y diversos y hacemos lo que podemos. El equipo en general es nuevo y nos falta conocernos un poco mejor en situaciones límite.
También tenemos gente joven, con poca experiencia en este tipo de carreras, pero con muchísima ilusión por hacer las cosas bien y al final nos terminarán saliendo las cosas. Así que, no pasa nada. A pesar del regustillo amargo que nos dejó la carrera, porque como equipo Vibike no busca puestos ni marcas por encima de cualquier otra cosa pero a todos nos gusta quedar lo mejor posible, lo pasamos muy bien las semanas previas, todo esto nos ha unido como grupo, hemos reaccionado muy bien y seguimos aprendiendo y mejorando.
En Senpere lo volveremos a intentar.