Sugerencias de material para el 140.6INN del Platja D’Aro

Este domingo se celebrará el que parece que va a ser triatlón de LD de referencia de 2021 en España, por nivel y cantidad de participación de élites y grupos de edad. En las últimas semanas he recibido algunas consultas sobre el material que yo llevaría en esta carrera, en la que NO participo. El circuito de bicicleta es bastante diferente a lo que se suele ver últimamente en LD y es normal y entretenido que surjan estas dudas y debates, algo parecido a lo que sucedió en el duatlón de Zuia, en el que las dudas eran todavía mayores. Lo que voy a dar a continuación es mi opinión basada en mis datos que me he tomado la molestia de medir durante un montón de años.

A estas alturas, todo el mundo sabe que la configuración más rápida de ruedas es 80/90/palos delante con lenticular/tapas atrás y con casco aero. ¿Qué puede pasar para que esta no sea la elección en una carrera?:

  1. Fortísimos vientos laterales que hagan que no puedas ir acoplado. También deberíamos saber que el viento lateral sólo influye en maniobrabilidad de la bicicleta en la rueda delantera, ya que, de hecho, con una lenticular, se retrasa el centro de presiones y lo que ocurre sobre el tubo de dirección pasa a ser algo menos importante
  2. Bajadas muy técnicas donde no sea fácil llevar la bici por donde quieres. En este caso, también la rueda delantera es más crítica que la trasera.
  3. Subidas muy pronunciadas donde el peso sea relevante. (no suele serlo hasta pendientes mayores del 8%)

¿Cómo es el circuito? Echándo mano de la mejor web para visualizar desniveles (cronoescalada.com) he cargado el perfil de ciclismo de la carrera que podéis ver aquí: Platja D’Aro

Resultan 1700 m de desnivel y con tramos que parecen bastante técnicos. Personalmente no conozco la zona, a excepción del último tramo, alrededor del km 140 y 150, cercano a Sant Feliu y que desde luego no es para ir acoplado.

Hay 4 subidas claras, suman 22 km alrededor de 4-5%, pero sin desniveles importantes para acumular 1000m de desnivel aproximado. Por lo tanto, los otros 700m de desnivel positivo están repartidos en el resto de kilómetros. Es decir, hay subidas, pero no hay puertos donde el peso sea un factor relevante.

Por otro lado, del kilómetro 40 al km 100 hay 60 km sin apenas desnivel, en el que se puede sacar ventaja con la aerodinámica.

Empezando por el peso, suelo hacer referencia siempre a la misma entrada en la que calculé lo que se pierde en una subida en función del incremento de peso. La conclusión era que para que ¡1kg! de peso sea relevante, hace falta una pendiente de alrededor del 8%. Por lo tanto, este no es el caso.

En realidad, lo más reseñable creo que es la bajada de 7 km hacia Salion que es bastante técnica, mal asfalto (si no lo han cambiado desde que bajé) y buenos desniveles. Yo, mal bajador y con bici prestada, bajé en su día a una media de 36,6 km/h, con bastante precaución: Baixada Sant Grau

Resumiendo: 22 km de subida al 4%, otros 22 km de bajadas y 144 km «llanos». Como en este blog no se escribe por escribir, vamos a calcular cuánto se gana o se pierde en función de la aerodinámica y el peso.

Vamos a considerar 3 casos:

1.- Caso con todo el equipamiento aero (90 + lenticular/tapas) en el que asumo CdA de 0,235.

2.-rueda delantera de 50 o 60 + lenticular tapas. Con esta rueda delantera, ahorramos unos 200 gramos como mucho y aumentamos un 0,010 en CdA

3.- rueda delantera de 50 ó 60 y una rueda trasera de 80 o 90, con lo que nos ahorramos otros 200 gramos de las tapas o lenticular, pero aumentamos alrededor de otro 0,015 nuestro CdA,

Vamos a considerar una potencia aplicada en la subida de 270w y en el llaneo de 220w, para dar un promedio de 228w, que creo que es un número bastante respetable para la distancia.

Nos sale lo siguiente:

-una penalización de 3 minutos en los 180 km por la rueda de perfil medio y

-otros 4 minutos adicionales si decidimos no llevar tapas/lenticular.

Pero todavía no hemos tenido en cuenta lo que podemos perder en maniobrabilidad. En mi opinión, como ya he dicho al principio, al igual que con el viento lateral, es mucho más relevante la rueda delantera que la trasera.
Si asumimos que en las bajadas tenemos una pérdida de maniobrabilidad por llevar mucho perfil delante, de unos 10seg/km de pérdida, en 22 km de bajada serían unos 3 minutos y medio, con lo que la cosa se igualaría. Para el estudio de la rueda trasera, lenticular/tapas vs rueda de 80, sólo saldría rentable quitar las tapas o la lenticular si con este cambio ganáramos 15 segundos por kilómetro en cada bajada… Y eso no ocurre. Todo esto dependerá mucho de la habilidad y sobre todo de la confianza que tenga cada uno con el material en cuestión. Si sólo pones las ruedas aero para las competiciones y no has hecho ni una bajada, igual es mejor dejarlas en casa.

Por otro lado, el casco aerodinámico da una ventaja de entre 2 y 3 minutos. Depende del calor que haga y de lo que nos incomode cuando estemos levantados, es una cuestión más subjetiva que no soy capaz de valorar en este caso.

Por ver un poco lo que hacen los Pros, que a veces (siempre) son más influyentes que la Física: hace un par de semanas se corrió el Challenge Riccione. Pinchando aquí tenéis el perfil de la carrera ciclista.

720m de desnivel en 90 km. O sea, del mismo orden que Platja d’Aro. Todos con lenticular y casco aero pero el ganador, Thomas Steger, a quien no se le ve precisamente fino bajando, lleva rueda sin perfil delante y mi casco MET con una pegatina tapando el logo 🙂

Como conclusión, si yo corriera el sábado, llevaría una rueda de 60 delante, Laminar Cover y si no hay más de 25 grados, casco aerodinámico. Pero en cualquier caso, estaría más preocupado por ser capaz de correr 42 km, que se nos suele olvidar que hay que correr una maratón…:)

¡SUERTE A TODOS!

Tipos de neopreno Orca 2020. Números.

Mi principal punto débil como triatleta es la natación en aguas abiertas. Creo que soy un “buen nadador” de piscina para no tener pasado infantil de nadador, pero mi rendimiento en aguas abiertas es bastante desastroso por varios motivos:

-mi tipo de nado: soy una “víctima del Total Immersion”. Aprendí a nadar deslizando mucho y me cuesta horrores nadar con frecuencias elevadas.

-no me siento cómodo en entornos “no controlados”. Esto va con mi carácter y es difícil de cambiar.

-creo que tengo un viraje bastante feo pero efectivo donde recupero bastante, y eso hace que mis tiempos en piscina de 25 metros sean “artificialmente” mejores. En piscina de 50, estos caen más que  lo que lo hacen los del resto de triatletas de mi entorno.

Pero como soy de los que creen que todo se entrena, durante 2020 año «aproveché» el cierre y las restricciones en piscina para nadar más que nunca en aguas abiertas.

Como habréis visto, en la lista anterior no he mencionado como factor perjudicial para mí la natación con neopreno. Creo que, a pesar de tener una patada lamentable tirando a nula, la natación con neopreno ni me perjudica ni me favorece especialmente. Sin embargo, tras probar muchos neoprenos, sí creo que hay diferencias bastante notables entre unos y otros, y creo que es MUY importante encontrar el neopreno más adecuado para cada uno. Mi forma de pensar en este aspecto es que con lo que cuesta mejorar 2-3 segundos/100 en piscina, creo que merece la pena no tirar esta mejora a la basura por no acertar con el neopreno adecuado.

Como decía, ya que he nadado más que nunca en aguas abiertas, he aprovechado para seguir haciendo pruebas con diferentes tipos de neopreno de Orca a la vez que intentaba mejorar mi nado con frecuencias altas y la natación en aguas abiertas en general.

Tenía pendiente desde 2019 hacer una serie de tests con varios neoprenos de Orca: el nuevo 3.8, el Alpha y el Equipe. A estos les añadí el Predator 2016 que todavía tenía por casa, para terminar de completar la gama. Con tanto neopreno uno ya se vuelve un poco tarumba, pero por resumir las características de estos serían las siguientes:

-3.8: máxima flotabilidad en piernas.

-Alpha: máxima flexibilidad.

-Equipe: tronco y piernas casi idénticos al Alpha, pero hombros menos flexibles.

-Predator 2016: mucha flexibilidad en brazos pero no tanta flotabilidad como el 3.8

En los neoprenos creo que hay dos puntos muy importantes que prevalecen sobre los demás:

flexibilidad de hombros: reduce la fatiga y permite mantener el ritmo sin que aumente la frecuencia cardiaca. Este efecto se acentúa con frecuencias altas.

flotabilidad: reducción de rozamiento con el agua = velocidad.

Para comparar estos neoprenos, con las piscinas cerradas y un poco obsesionado con el tema de la frecuencia, ideé un protocolo de test algo diferente a todo lo que he hecho en años anteriores. Medir velocidad es muy poco fiable en aguas abiertas (en realdiad imposible con el Garmin 935 desde una de las últimas actualizaciones de firmware) así que me centré en intentar mantener una frecuencia de brazada alta (para mí) con el Tempo Trainer de Finis, y ver cómo evoluciona el pulso con cada uno de ellos (HRM-Swim de Garmin).

TESTS EN AGUAS ABIERTAS

Por un lado, hice varias tandas de boya a boya en Ullibarri Gamboa (10 x  211 metros medidos en Google Earth) a 32 bpm, un ritmo bastante relajado. Posteriormente, repetí 10 x 211 a 35 bpm, que es mi frecuencia de competición  es decir, condiciones reales. Hay un “fallo” bastante gordo en el protocolo y es que no todos los días hice siempre el mismo orden:  mientras que en el Equipe y el Predator 2016 hice en primer lugar a 32 bpm, y luego a 35 bpm, con el Equipe y el Alpha empecé a 35 bpm.

Bueno, esto no es un estudio científico sino el blog de un triatleta aficionado y creo que las conclusiones saltan a la vista en cualquier caso. En cualquier caso, siempre queda el socorrido recurso del promedio, que veremos más adelante.

Finalmente, sacar conclusiones a partir de frecuencia cardiaca cuando se lleva 10 semanas sin nadar es algo arriesgado, pero como digo,  los resultados son concluyentes. Los resultados fueron los siguientes

Si hago el promedio:

Y si metemos la variable del ritmo, haciendo el promedio entre las series de 32 bpm y 35 bpm de cada neopreno para eliminar el factor bpm:

La conclusión de este test es que tanto con el 3.8 como con el Alpha me encontraba muy cómodo y me daba la sensación de ir bastante rápido. Los pulsos más bajos, corroboran esta sensación. El Alpha es el que más fácil se mueve y  de hecho, en ese momento llegué a pensar que el Alpha podría ser mi neopreno. Aunque los tiempos del 3.8 salían algo mejores, no me fiaba mucho de la velocidad en aguas abiertas. A pesar de considerar en todos la misma distancia, no siempre voy por el mismo sitio y podía haber algo de error.

TESTS EN PISCINA DE 50

Así que una vez que abrieron las piscinas y un poco (no mucho) más en forma, hice unas tandas de 500m, tras un calentamiento exigente de 5×100 por debajo de 1’18  c/1`35.

Así completé una tanda serie de tests que inicié el año pasado y que no pude terminar. Los resultados son los siguientes.

Si me quedo con los promedios de las pruebas de 2020 en Alpha y 3.8, en la gráfica de pulso vs ritmo, se ve que el 3.8 es claramente mejor:

Conclusión:

En mi caso, el 3.8 es el neopreno más rápido y el que menos fatiga me causa. Alrededor de 1’5 seg/100m respecto al Alpha para el mismo pulso.

-El Alpha es comodísimo y con una patada eficiente, es una pasada. Pero no es mi caso. Los primeros metros voy muy bien, pero luego noto que me falta un poco de impulso atrás para mantener la cadencia de brazada, y no lo consigo. Por otro lado, la cremallera más corta hace que se adapte mejor al tronco, sobre todo en caso de curvaturas acentuadas de lumbares (mi caso), pero dificulta un poco la transición.

-El Equipe, también es bastante cómodo, algo menos que el Alpha. También más barato pero también requiere saber darle a los pies.

Duatlón de LD de Zuia 2021. Crónica (de una muerte anunciada).

Mi duatlón de Zuia, realmente terminó el 16 de marzo, tres semanas antes de la carrera. Hasta entonces, el único inconveniente reseñable de la temporada había sido una tendinitis en la inserción del cuádriceps en marzo, que con una sesión de pinchazos en Eskuekin, descarga con pistola y mucho rulo, se pasó y llevar los isquios muy cargados desde que nos soltaron en mayo de 2020. Por otro lado, estaba la preparación «específica» del Campeonato de España Máster de Natación de Castellón con su correspondiente viaje de una semana. Pero eso estaba previsto (decidimos acudir con menos de dos meses de antelación) y no vale de excusa.

A pesar de todo, en bici estaba relativamente bien. Había sido bastante consistente con los entrenamientos con mi obligado esquema de (10h-7h horas/semana) pero me faltaban un par de salidas largas corriendo para coger algo más de confianza en lo que sabía que más me iba a costar. Sin embargo, una caída por entrar demasiado rápido en la chicane de la bajada de Ondategi, cuando llevaba 50 minutos a 270w medios en mi última prueba sobre el circuito del duatlón, lo echó todo por tierra.

Me ahorro las imágenes de la herida para no herir sensibilidades. El mismo agujero, pero en la piel.

Cuando me caí, tal vez porque no pasé el miedo que pasé cuando me caí en Lerate en verano, pensé que no iba a ser demasiado, no fui a Urgencias a que me curaran la herida y no fue hasta 4 días después cuando me di cuenta de que esa herida no estaba mejorando nada. Entonces se me ocurrió mirar la foto de la caída del verano (parecida pero en el otro lado) y vi que la nueva era aproximadamente el triple de grande… A partir de ahí, curas diarias y como suele ocurrirme un quiero y no puedo. Trabajo de técnica de carrera en el gimnasio, algo de elasticidad y fuerza,.. Por supuesto, no pude ir a Oñati, una carrera que me iba bastante mejor, porque una semana después todavía no podía andar sin cojear.

Así que las 3 semanas previas a la carrera se completaron con una semana sin tocar la bici, dos sin sin poder correr, y ya nos plantábamos en la semana de la carrera. Todavía fui capaz de hacer algún entrenamiento bueno con la bici, por lo que mi lado optimista decía que con una carrera a pie controlada, que me dejara con fuerzas para la bici, todavía podía hacer algo bonito.

Pero me equivoqué. Una sucesión de errores y algo de mala suerte hicieron el resto. Por un lado, nos tocó el primer día caluroso del año. 28-30 grados con viento sur. Lo sabíamos desde el lunes, pero aunque hice algo de trabajo de hidratación, está claro que no fue suficiente.

El día de la carrera pasé 5 veces por el baño antes de la salida. Eso tampoco suele ser bueno para la hidratación y no lo compensé de la forma adecuada. Por otro lado, tomé una cápsula de cafeína antes de empezar (me había ido muy bien en un par de entrenamientos), pero tampoco es una buena medida en este tipo de situaciones de calor si no tomas el agua suficiente.

Y lo más importante: no fui capaz de tener la cabeza fría en carrera. Me pusieron en la primera tanda de salida, con casi todos los buenos. En otra ocasión me hubiera hecho ilusión estar rodeado de gente tan buena, pero esta vez era una putada. Sabía que no era mi lugar y que tenía que dejar que se fueran. Conociendo el terreno, mis cálculos optimistas eran de un ritmo por encima de 4’/km, que tenían que ser 4’15 a la subida y unos 3’45 en la bajada, con unas 160-165 ppm máximas. A pesar de todos los inconvenientes de la caída, pensaba que podría correr cómodo a ese ritmo, ya que era al que llevaba tiempo haciendo los rodajes.

Aunque corro mejor con frío, el calor no suele afectarme demasiado y no añadí ningún factor corrector a mi estimación. Visto ahora, igual ni con 4’15/km hubiera sido suficiente para no reventar.

Tras 15 interminables minutos al sol en la plaza de Murgia con la mascarilla puesta (Por favor, ETF y organizadores en general, esto hay que revisarlo… Lo mismo que cuando nos tenéis 15 minutos en la playa con el neopreno puesto a más de 25 grados) se dio la salida y enseguida me puse el último. Intenté encontrar mi ritmo, algo nada fácil en un terreno con cambios de terreno, baches y que picaba bastante para arriba. Me descolgué muy rápido, pero mi sorpresa fue cuando el Garmin pitó por primera vez y vi 3’46. Seguí a lo mío, y el segundo kilómetro volvió a salir a 3’46. Estaba yendo demasiado rápido, pero ya me estaba cogiendo el grupo que había salido 30 segundos por detrás. En el km 4, volví a ver 3’45 y entonces se me ocurrió mirar el pulso. 174 ppm. Tocaba levantar el pie de verdad o no terminaba ni la primera vuelta. Confiaba en la vuelta, cuesta abajo, para recuperar un poco, pero entonces me topé con todo el viento de cara, con lo que la situación no mejoró demasiado.

En el inicio de la segunda vuelta ya iba con el chip de la supervivencia puesto, intentando pensar que era más corta y no había que subir hasta el Parketxe para animarme un poco, pensando en llegar con un mínimo de fuerzas a la bici. El ritmo de subida fue más de 40″/km más lento, pero el pulso seguía sin bajar. En el segundo paso por el avituallamiento le digo a Susana que esto no va bien y que ya estoy reventado… Creo que la cara que llevo no necesita muchas más explicaciones.

Bajando de Markina con resginación

Llego a la transición después de una interminable bajada hasta la carretera general con la que no contaba, giro y entro a boxes con calma. Al final 4’/km de promedio en los 14 km, pero muy mal corrido y reventado. Tengo que recuperar aliento o no subo Aiurdin.

Parciales Carrera a pie

Salto de la rana conservador, me calzo las Pearl Izumi nuevas con algún problemilla para que entren del todo y empieza a pasarme más gente, que sale encendida. Yo sólo pienso en coger aire, poner las piernas en su sitio e ir subiendo el ritmo poco a poco. En el camino de Jugo intento acoplarme por primera vez y entonces tengo el primer amago de calambres en el gemelo. Me incorporo, lo vuelvo a intentar y vuelve a pasarme lo mismo. Estamos apañados. Miro a los watios y llevo 190w de promedio y eso que estamos subiendo… Bueno, hay que subir como se pueda y ya recuperaré en la bajada. Cojo agua, me la echo por encima y empiezo la bajada, sin arriesgar lo más mínimo. En el tramo de Zaitegi, por fin me acoplo y sin meter muchos watios recupero algunas posiciones por pura aerodinámica. Pero el espejismo se acaba en cuanto se acaba la cuesta abajo.

A pesar de todo, creo que no me está saliendo un parcial tan malo en tiempo. Paso la chican de Ondategi con cuidado sin hacer demasiado el ridículo y llegamos al Triangle of suffering del que creo que soy Local Legend en Strava. Berrikano, Burruaga, Eribe… El paso por mi zona me hace sentir algo mejor (y el viento de culo también), aunque por lo que se ve en mi cara, no demasiado.

Acosta sin problemas y comienza la bajada de Etxaguen. La zona rápida, aunque con viento de cara, donde más le voy a poder sacar partido a mi nuevo CdA, los aerobars, las tapas, etc… Pero no soy capaz de meter fuerza y me pasa Mondragón, que se tira 1 minuto intentando meter el bidón en el portabidones trasero.

Primera subida a Manurga, sigo sin fuerza, pero llega la zona más bonita.

Disfruto de la bajada de Zárate y el tramo hacia Murgia. Creo que llevo 1’06, para 191w/218np. Mi idea era rondar los 220w medios para 1’03, así que tampoco es para tanto la pérdida de tiempo. Pero cuando vuelvo a girar hacia Jugo, todo se tuerce. Cuando el plan B, o C, decía que tenía que intentar ir a más, los calambres se intensifican, el revoltijo de geles en un bidón e isotónico en otro tampoco me ayudan y las paso canutas para subir Aiurdin de nuevo, con 220w de media..

Veo en el avituallamiento a Asti parado. O paro ahí ya no hay vuelta atrás. Tras 5 minutos de charla con Dani Arconada y decido acabar la bici. Al fin y al cabo, estamos en mi zona favorita, con gente conocida, tras un año y pico de pandemia… me quedan 25 km de «entrenamiento» que ya tengo pagados por mis carreteras… Bidón de ZuiaDu con agua y para abajo. Voy un poco más animado pero consciente de que no voy a poder correr.

Llego a Buruaga y paro en la fuente porque el bidón de agua de Aiurdin me ha durado 10 km… No sé si es legal o no, pero sinceramente, a estas alturas me da igual. Otro minuto y medio parado y vuelvo a arrancar. Subo el muro de Eribe acordándome mucho de las veces que lo he subido con Susana, con su carrerilla, con calma para evitar los calambres, y así voy tirando poco a poco, a unos 160w de media en la segunda vuelta hasta que a la altura de los potros de Manurga sufro un calambre en toda la pierna derecha que me obliga a echar pie a tierra. Hasta aquí. Decido que ya vale. Nunca he sido de los forofos del «terminar como sea». Todo esto no me está llevando a ningún sitio y todavía voy a acabar haciéndome daño. Estiro un poco y vuelvo a subirme a la bici con el único objetivo de llegar por mi propio pie a Murgia y acabar de una vez con todo esto. Al fin y al cabo, ya ni estoy compitiendo. Esta carretera es mi casa y puedo venir cuando quiera.

Disfruto del último paso por el kilómetro mágico de Zárate, de la última bajada y entro en el pueblo con mucho cuidado, aprovechando para practicar el descalce pero sin cruzadito, por si acaso. Apoyo los pies en el suelo y compruebo, por si todavía me quedaba alguna duda, que no puedo correr.

178w/207np/155ppm. No hay mucho más que decir. Esos watios no los hago ni en los entrenamientos fáciles, pero el pulso es el de un triatlón Olímpico disputando a tope.

Dejo la bici, cojo las zapatillas con la mano y veo a Susana con Iñigo y Aimar… comento la situación con ellos, y afortunadamente para mí, me dicen que ni se me ocurra salir a correr. Lo siento por Aimar, que creo que tenía ilusión por ver correr al tío por su pueblo, que habíamos reconocido el circuito juntos con Adrián, pero también hay que saber perder. Ya nos levantaremos. Como me dijo Asti, la siguiente será con un neopreno y todo será diferente.

Material

Como escribí hace unos meses, la cabra da en este circuito 3 minutos por vuelta de ventaja respecto a una bici de carretera. Puse rueda de 60 delante porque el viento no iba a sobrepasar los 30km/h que tengo como límite y Zuia no es una zona demasiado expuesta.

Laminar Cover: siempre

Casco: carretera. Mi casco aero no me penaliza si voy desacoplado, pero con el calor que hacía y con viento, no quería sufrir bandazos en la cabeza en las bajadas y menos después de comprobar de que cada año que pasa, el suelo está más duro..

Zapatillas: Zoomfly Flyknit. Seguramente no es la mejor opción del mercado en un terreno tan irregular, pero sí las mejores que yo tengo. Las Vaporfly 4% quedan reservadas para asfalto y de momento no tengo otras con placa de carbono.

Conclusiones

Los duatlones no se me dan especialmente bien. Sólo resisto los sprints. Con más de 5 km corriendo en las piernas, ya no voy bien en bici. Esto no es nuevo. Lo sabía, pero me hacía ilusión correr en casa. Pero o se cambia, mucho, el circuito, o será la última vez.

Preparar esta carrera ha estado muy bien. Ha sido un buen banco de pruebas de todo tipo y una motivación extra para entrenar en unos tiempos tan difíciles.

Creo que a pesar del desastre de carrera, no llevo mala base y en cuanto entrene de nuevo un mes en condiciones voy a poder estar bien y afrontar los triatlones que se están apelotonando al final del verano con algo más de garantía.

Hay que quedarse con lo positivo y lo más reseñable es que hemos vuelto a competir, y que nos hemos vuelto a juntar (con distancia) a vernos a hablar, a compartir cosas. Esto es la vida.

Campeonato de España de Invierno de Natación Másters. Castellón 2021. Análisis.

Hace ya tres semanas nadé el 400 y el 100 libres del Campeonato de España de Invierno de Natación Másters.
Tal como comenté en la previa, era la primera vez desde que compito en Máster, en la que el objetivo no era mejorar mi MMP. La pandemia, con sus cierres y/o restricciones de horarios en las instalaciones, estar ya en abril pensando en otro tipo de competiciones y decidir nuestra participación en el último momento eran las causas.
En este contexto, 4’55» sería un tiempo muy bueno pero irme por encima de 5’00» lo consideraría un mal resultado.
En la cámara de llamadas estuve hablando con Miguel Ángel Fraile, que había hecho 2’18 en el 200 de Galdakao y 4’55 después. Iba a por 4’50». O sea, mis mejores marcas. Así que ya tenía una referencia, para no adelantarme.
Salí bien, me vi cómodo y a la par de Miguel Ángel, que no es lo que tenía que hacer, pero no me daba la sensación de ir forzando. A todo esto, se me habían empañado las gafas y no veía a Susana, por lo que tenía que llevar la cuenta de los metros yo solito.. Dada la situación del marcador, en el viraje del 200 pude confirmar que, efectivamente,  llevábamos 200 y a partir de ahí empezar a sufrir. Miguel Ángel Fraile se me empezó a ir poco a poco. Como suele ocurrir en estas situaciones, no es el otro el que acelera si no tú el que te empiezas a ralentizar, y aunque quieres cambiar de ritmo y el sufrimiento empieza a crecer exponencialmente, lo único que consigues es no perder demasiada velocidad, pero desde luego, no aceleras.

 

Así que 8º de mi grupo de edad, con 4’58», con 2’24+2’34».

Viendo los parciales y la comparación con mis anteriores 400, está mal nadado. 200 demasiado rápido, pero no tenía nada que perder y me la jugué un poco. Pero esto, como ya dije en la previa es bastante matemático si tienes cierto control de tus tiempos en los entrenamiento y no hay días tontos, ni milagros.

La lección aprendida (confirmada) es que los tiempos que hago al final de las series complejas (por ejemplo) 5×100/45″ son los que me salen en el último parcial del 400. Así que si algún día pretendo llegar a 4’50», necesito un 2’23+2’27, por lo que tengo que acabar esos 100s por debajo de 1’14».


Para eso tengo que mejorar muchas cosas. La más evidente es mi posición en el agua, seguida por la tensión de mis piernas y mi patada (gracias a Mikel Bildosola (Swim Camp Getxo) y Marta Redondo (Judizmendi) por aguantarme..)
Este año, como casi todos, mejorar mi patada era mi principal objetivo en el agua, pero está claro que no lo he logrado, y aunque no sé si voy a competir más en piscina, creo que también puede ser causa de mis problemas en piscina de 50 y en aguas abiertas y como esto no se corrige en dos días, así que ya sé lo que toca. La parte positiva es que nadando tan mal, bajo de 5 minutos el 400, así que algo estaré haciendo bien.