El viernes por la mañana, tras apretar bien los tornillos del manillar que el jueves había crujido de mala manera, salí a probar la bici, el casco con el visor y la bolsa de las barritas en la parte trasera el tubo horizontal.
Primero probé con las ventilaciones del visor tapadas con cello, pero se notaba mucha acumulación de calor. Luego se los quité y las ventilaciones hacían su labor, pero el flujo de aire de un lado a otro de la cara me molestaba bastante. Quité el visor, y la sensación de ventilación en la cara era muchísimo mejor, así que correría con gafas, estilo tradicional. En total, 40 minutillos a 190-200w, con la sensación de ir muy fácil.
Tras un bañito en la piscina del hotel, fui a hacer el control de material con Eneko, Ruth, Natxo e Iván. No llevaba ni DNI ni pasaporte, ni nada. Comprobaron que estaban puestos los dorsales en la bici y para dentro todo el mundo. Iván y yo, que pese a estar en grupos de edad distintos, salíamos en la misma tanda (en ningún sitio venía quién corría en cada grupo), dejamos la bici lo más alejada posible de la carpa, para correr lo mínimo con la bici en la mano. Visto el calor que hacía y las horas que quedaban hasta la carrera, desinflamos las ruedas y a comer una ensalada y media pizza, en un chiringuito de la Corniche. Después de comer, en lugar de quedarme en el hotel, tras tumbarmo un cuarto de hora, decidimos irnos al Emirates Palace con Pedro para desconectar y aprovechar el viaje.
Ya puestos, nos hidratamos allí como Dios manda.
Cenamos a las 19.30 (Macca ya estaba cenando para las 18:00) y a las 22 ya estamos en la cama porque hay que levantarse nada menos que a las 4.30. Desayuno normal, unas tostadas con mermelada y zumo, con un par de bollos. Ni café ni leche. Tal vez me quedé algo corto, pero tenía la tripa algo revueltilla.
Fuimos en autobús de la organización a la salida. Dos visitas al baño (para totalizar un número mayor que nunca en la mañana de una carrera), marcado de brazo, 8 bares en las ruedas, neopreno y a calentar.
Tengo buenas sensaciones en el agua con el neopreno. Cómo me gusta el Helix. Hago un poco de intensidad y entonces me doy cuenta de que me he dejado el chip de la organización en la bolsa. Diego, eres un puto crack. Corriendo a la carpa, explicaciones a los de seguridad que no me dejan pasar, pero al final lo consigo y lo encuentro rápido.
Nos colocamos en la salida, primera línea, que tampoco somos muchos y parece que a la gente le da vergüenza ponerse delante. Echo un vistazo a los rivales y le digo a Iván que no tiene pinta de haber ningún fuera borda, así que a salir fuerte y olvidarnos de los demás.
Se da la salida, y llego el primero al agua. Toma!! Siempre en mis pensamientos Guz! Me adelantan dos por la derecha, intento ponerme a pies del primero, pero los pierdo enseguida, así que me limito a ir a mi aire, a mi ritmo, orientándome bien y sin hacer tonterías ni metros de más. La primera boya se ve muy bien, para la segunda cojo las Etihad Towers de referencia como me había dicho Iván que fue la víspera al entrenamiento oficial. Enseguida, empiezo a tener calor así que me meto algo de aguan por el cuello del traje y salgo del agua en la primera vuelta solo, tercero. Oigo a Pedro y a Patri animarne. Patri me dice que voy tercero, y pregunto si ya ha salido Iván del agua, pero me dice que no.. pero qué huevón es!! Bueno, otra vez al agua. Ya hay bastante gente de la carrera corta en el agua, así que por lo menos voy a tener entretenimiento. Mención aparte merecen las boyas. Ni un golpe, ni un agarrón ni nada por el estilo. Un poco mas y te dan paso. Igualito que en el circuito vasco. Sin novedades hasta la transición, donde sigo estando tercero a la salida del agua.
He decidido correr con calcetines, y las zapatillas de carretera, que me las pongo en la carpa porque no hay que correr mucho. Me lo tomo con calma y me adelanta Iván que ha dejado las gomas y va sin calcetines. Sale como un cohete. Sé de sobra que no es referencia para mí, así que me centro en lo mío, en colocar bien todo y coger mi ritmo lo antes posible.
Empiezo a pasar gente enseguida. Hay un follón de grupos y carreras que es imposible saber quién es de tu carrera/distancia, y menos aún de tu grupo porque ni aparece en los dorsales ni éstos están asignados con ningún criterio lógico (o al menos que hayamos conseguido entender), así que a mis watios y a mi pulso. Como ya dije en la previa, llevo el Cervo amarillo y el Garmin 910xt en modo multisport. Peeero, en el Cervo no me aparece el pulso (no sé cuándo se me desconfiguró) y en el 910 me aparece muy bajo. Confío que en cuanto se me seque un poco la ropa y la cinta, vuelva a su sitio. Así que de momento, sólo watios. La consigna es no bajar de 200 y no pasar de 230.
Al principio va bien la cosa, hasta que en la única cuesta abajo del circuito (la bajada de un puente), me despisto y paso por encima de una de esas cosas que se ponen para separar los carriles (que no sé cómo se llaman) y sobre las que Pedro me previno el día anterior porque tienen una altura considerable… Por suerte, sólo fue el susto de casi salir por encima del manillar, una de las bridas del portabidón del manillar que se rompe (lo que prácticamente me lo inutiliza) y el parón para comprobar que la rueda delantera sigue intacta. Una vez superado, me coloco de nuevo en posición, y empiezo a ver que la predicción del amigo Sunil de «viento 0» es más errónea que la de Euskalmet el día de los 40 cm de nieve en Vitoria. En un primer momento, pienso que igual la he cagado con la rueda de 90, pero enseguida veo que el viento, a pesar de que es muy lateral (no al 100%), es bastante constante y no lo suficientemente fuerte para crear problemas. Veo que la velocidad no es muy alta (33-34) así que la vuelta será mejor. No preocuparse. Tengo ganas de llegar al circuito de Yas Marina, pero antes paso por el primer avituallamiento: la idea es coger un bidón de agua en cada avituallamiento para pasar el gel de limón de 226ers que me meto unos 200 m antes. Bien. Sin problemas. Me fijo que además de geles, etc, también hay un tío con una bandeja para dar crema. Me llama la atención, pero ni se me pasa por la cabeza pararme. Y por fin, llegamos al circuito. Sin duda alguna, es lo mejor de la carrera. Realmente, vas fijándote en el asfalto, en las trazadas, en seguir adelantando gente y en no comerte ningún piano.
El hotel no impresiona lo que yo esperaba, pero aún así, el circuito mola mucho. Pedro nos dijo que había curvas en las que había que frenar, así que en la primera vuelta las tomo con algo de precaución, pero para la segunda ya voy más confiado y veo que trazando bien, sólo hay que frenar en el ángulo de la recta de atrás. (cómo me gusta lo de «la recta de atrás»J). Y así, 3 vueltas. Una pena. Por mí le hubiera dado 20 o 30, pero toca volver a la autopista que está en medio de la nada.
Esta vez, toca con algo de viento de culo. Se agradece mucho y hay algún ratillo en el que incluso meto el 11, para ir a 45 km/h sin muchos problemas. Ahora hay que empezar a echar cuentas de las otras 3 vueltas «cortas» que hay que dar en la autopista, para no liarla. Ya he visto que son unos 15 km, con 3 idas con viento de cara y 3 con viento de culo, por lo que toca sufrir, sin cebarse en las idas, y «descansar» en las vueltas sin dormirse. Empieza el trabajo mental.
En el primer giro me cruzo con Gil. Tomo referencias: me ha sacado 10 minutos en 60 kilómetros. Miro mi media: 210w. Yo voy como quería. Para entonces, el pulso ya está en el sitio (entre 145 y 150), pero en una de las veces que he enredado con el Garmin 910 le he dado al lap sin querer. Esto quiere decir, que me he pasado a la T2. Le doy otra vez para salir del modo «multisport». No sé muy bien qué pasa, pero sigo estando en el modo bici, así que sigo, pero al rato, empieza a volverse loco haciendo «autopause» cada dos por tres. Lo aguanté así hasta la cuarta hora, pero al final lo terminé parando porque me estaba rayando muchísimo. Aún estando parado, marcaba el pulso, el Cervo sí que funcionaba, por lo que seguía teniendo toda la información.
El km 100 paso en 2h45, por lo que voy según el plan. Me encuentro bien de piernas, estoy bebiendo lo previsto, «sólo» se trata de aguantar así otros 100km. Según pasan las vueltas, cada vez queda menos gente en el circuito porque los de la Corta se van ya para Abu Dhabi, con lo que esto empieza a ser bastante tedioso. Gil me sigue sacando tiempo, pero cada vez algo más despacio. En el km 150 cojo un plátano para intentar cambiar el sabor de los geles, pero está muy verde y lo tiro al primer mordisco. Tampoco tengo sensación de hambre, así que sigo tirando de mis tres bidones de Energy a los que le he echado 2 pastillas de sales en cada una, para tomarme 1 cada 2 horas, y de momento, las cuentas salen. Gil empieza a hacerme gestos de que no va a gusto. Yo no es que vaya para tirar cohetes, pero tampoco voy mal.
Por fin llega la vuelta de retorno a Abu Dhabi, pero los últimos 20 km son con el viento de cara (cosa que no esperaba) y de repente me vengo abajo. No me duelen las piernas como cuando parece que no vas a llegar a casa en las salidas largas de entreno, pero no consigo ver 200w por más que me esfuerce. El pulso ha bajado algo. Todavía llevo geles, pero no me apetecen ni los míos ni alguno de GU que he cogido. Tengo la boca como un trapo y los bidones de agua ya no están fresquitos precisamente. Con las ganas que tenía de que llegara la carrera y las ganas que tengo de colgar la bici en boxes. Los últimos kilómetros se me hacen eternos, pero por fin llego a la Corniche.
Me bajo de la bici sin soltarme las zapatillas con mucha mayor torpeza de lo habitual, me pongo de pie, y ya veo que algo no va nada bien.. Veo que hay muchas menos bicis de las que me esperaba. La verdad es que me había desanimado algo en la bici porque no veía demasiada gente por detrás, por lo que por un momento me vengo arriba. Entro en la carpa. Hay bastante lío porque están los de corta cambiándose, esperando para salir, pero joder, que yo estoy compitiendo!! Así que doy unos gritos y llego a mi bolsa. Me pongo las T7 y empiezo a correr. Lo primero que hago es parar a mear. No me atrevo a sacármela en un país árabe, así que lo hago encima, como me aleccionaron la víspera. Reanudo la marcha, muy lento. Me cuesta respirar, voy algo aturdido y hace mucho, mucho calor. Me echo agua, me pongo esponjas en la espalda, y me encuentro con Gil que se retira. Para a hablar con él. Le digo que yo sigo, pero ya empiezo a barruntar que no acabo. Al medio minuto, vuelvo a parar. Joder, no puedo correr. No sé por qué, porque las piernas no me duelen, pero no puedo correr. Me quedan 17 kilómetros así. Empiezo a pensar en la retirada. Nunca me he retirado sin pinchazo (bien de rueda, Deba, o de la planta de mi pie, Zumaia), pero esto no tiene ningún sentido. Me va a costar más de 2 horas terminar y estoy muerto. Le busco a Patri. Creo que le tengo que pedir permiso, o al menos una explicación. No puedo retirarme tan «fácil», después de lo que nos ha costado venir hasta aquí en todos los sentidos, del viaje que le di en el avión sabiendo que no llevábamos la bici en el avión. Pero no la veo, así que sigo para adelante. En los avituallamientos sólo cojo esponjas. No puedo beber agua y lo de los geles ni se me pasa por la cabeza. El dos piezas me molesta mucho. Me lo abro, pero no es suficiente. Me aprieta la tripa. Me lo quitaría y lo tiraría al Golfo Pérsico. Arranco alguna vez más, pero es imposible.
Siento una impotencia como no he sentido en toda mi vida. Ahora también, empiezo a sentirme culpable y ya sólo busco un hombro en el que romper a llorar. Por fin, kilómetro 10. La gente de los avituallamientos (viendo la carrera no hay nadie, normal porque no hay ni una puñetera sombra) me anima diciéndome que no queda nada, que lo tengo ya hecho… Claro, claro. Sólo 10 kilómetros a más de 30 grados… Así que busco a alguien de la organización a quien decirle que me retiro, porque no sé ni qué hay que hacer en estos casos. Por fin lo logro, me da una palmadita y a tu casa.
Pasa un rato eterno hasta que encuentro a Natxo y después a Patri. No sabe que me he retirado, hasta que le doy el abrazo que estaba buscando y suelto todas las lágrimas que he acumulado durante una hora y media de rabia e impotencia. No lo he conseguido y siento una sensación de fracaso absoluto y en esos momentos, nada puede consolarme. No hay más. A la mezcla de sentimientos que llevaba, le sumo una pizca de vergüenza cuando retiro las cosas de boxes. Sólo me prometo a mi mismo, que nunca me va a vovler a pasar esto. Analizaré bien lo que ha pasado, porque en ese momento no entiendo absolutamente nada, y pondré los medios que haga falta para evitarlo.