Como ya viene siendo habitual y me da buen resultado, la víspera de una carrera larga, una horita de bici muy suave. Esta vez, Landa y vuelta. Con Zazu, Ibon, y el núcleo duro del SVC-“auténtico”. Bastante fresquito. Se me quedan los pies fríos, así que decido que el domingo me pondré los calcetines en la T1. Al volver, paso por Betoño para el tinglado y coger los dorsales. Ver la línea de meta justo delante de la grada donde tantas veces he estado viendo a Iñigo me pone los pelos de punta.
Siesta, crono final en la que Evans, sin visor en el casco pero con la nueva BMC TT01, destroza a Schleck y vuelta a Betoño. Cola para hacer el paripé de la desinfección del neopreno, monto unas Laminar Cover a un chico de élite, dejo las zapatillas en la T2 con 2 geles y el Garmin, saco una foto del sitio para acordarme de cuál es mi pasillo. Y subimos a Landa. Como siempre cuando hacemos estas cosas en grupo, se nos hace tarde y para cuando volvemos a la charla técnica están hablando del 2012.
Como ya nos hemos juntado con los supporters donostiarras, estamos un montón para ir a cenar a casa de nadie, así que decidimos ir al Fresco del Boulevar. Está Aimar, al rato llegan los Llanos, Astigarraga, y aquello se empieza a llenar de triatletas. Parece el restaurante oficial de la carrera (idea para Batiato) y Borja se convence de que vamos a comer bien. Tan bien, que para variar como demasiado. Ensalada, plato y medio de pasta y berenjena… Dichosos buffet libres y mis ansias…A las 22.30 ya en la cama, pero con un hinchazón tremendo.
Me había puesto el despertador a las 6.45, pero me despierto a las 6 y ya no me puedo dormir. Plato de arroz integral con pasas y crema de cacahuete (full-equipe), me preparo los bidones de Victory Endurance y para Betoño.
Me noto más nervioso de lo habitual. El día está tan fresco como estaba previsto (13ºC), pero con xirimiri.. No me preocupa. Sólo hay una curva mala en todo el circuito, y la he pasado más de 15 veces en los últimos meses. Y para correr sé que es mi temperatura.
Llegamos a Landa y sigo nervioso. A pesar de haber hecho los deberes en el baño de casa, noto que necesito ir a las letrinas de nuevo… Los gestos de la gente que sale de ellas me avisa de que eso va a ser un acto heroico. Me doy un paseo en busca de un arbusto alternativo, pero está todo con alambre de espino, así que respiro hondo y me meto a la letrina.
Ya más aliviado entro en boxes y busco a mis rivales. Veo a Vaquero y a Peláez, a los que no conocía. La verdad es que los dos tienen una planta de asustar, así que decido no seguir y me centro en lo mío. Iván viene a hacerme alguna chorrada y casi lo mato con la mirada. Celaya se burla de mis nervios y ni lo miro, y Eukeni entra a boxes para hablar conmigo y casi no le hago caso.
Oigo que va a empezar la cámara de llamadas así que me voy corriendo al agua para por lo menos probarla. 20 metro de ida y vuelta, suave. Bueno, no me noto mal.
Primero pasan a los grupos de edad más jóvenes así que para cuando llega mi turno la primera línea está llena. La boya no está en su sitio, así que todo el mundo se escora a la derecha. A los cinco minutos me doy cuenta de que el que está delante de mí es Borja.
foto de Aitor Ruiz de Zárate, uno de los mejores entrenadores y fotógrafos de triatlón
Para variar entro tarde al agua y me falta agresividad. Enseguida me veo taponado. Me voy hacia la derecha para por lo menos no estorbarme con Borja, pero no consigo avanzar. Intento mantenerme paciente, avanzando lo que puedo hasta que encuentro el hueco. Cada vez que levanto la cabeza, creo que hay demasiada gente por delante para ser una carrera de grupos de edad. Pero bueno, es lo que hay, es larga (perdón, media) distancia y queda mucho. Me concentro en lo mío. Van pasando las boyas sin muchos problemas, pero en la que ya se gira hacia el arco, veo que todos se van demasiado hacia la derecha. Tanto, que por un momento pienso que no puede ser y que el equivocado soy yo. Pero veo la boya muy clara, así que paso del grupo y enfilo la boya. Remonto bastante y sigo a lo mío. Acordándome de vez en cuando del brazo izquierdo y deslizando bastante. Me noto bien. El último tramo se me hace algo largo desde que veo el arco, pero voy bien. Aguanto mucho hasta ponerme de pie, y salgo del agua con fuerza (cosa rara). Enseguida oigo gente animándome y voy como un tiro a por mi bici.
Me cuesta horrores ponerme los calcetines, no encuentro ni por dónde tengo que ponerlos, casi me caigo al suelo del mareo que llevo. Cuando me estoy poniendo el casco con el nuevo visor, oigo por megafonía que Borja está saliendo de boxes así que no va tan mal la cosa a pesar de todo (luego vi que salí del agua delante de él).
Me monto en la bici rápido y arranco. El primer tramo sé de sobra que me va a pegar el viento de culo, así que hay que apretar y a sacarle partido a mis ruedas y mi CdA, que para eso me lo he currado. Adelanto bastantes puestos. Llega la cuesta de Marieta donde no quiero cebarme, pero entonces oigo “el megáfono”. ¿Cómo no voy a apretar? ¿Cuántas veces he subido esa cuesta imaginándome ese momento?
Justo entonces paso a Guz, y ya vamos estabilizando posiciones.
Al llegar a Ozaeta vamos un tal Eleuterio, Guz (los dos de otro grupo) y yo. Guz me pasa de vez en cuando, pero se me queda demasiado cerca, así que para evitar problemas, y conociendo cómo anda en bici, me pongo por delante y a tirar sin preocuparme de nada. El pulsómetro me marca cosas raras, pero noto que sí que va alto. Miro la media de watios: 225. Lo previsto para los primeros kilómetros. Así que sigo esperando a que con el tiempo el pulso baje cuando llegue terreno algo más favorable. Y así van pasando los kilómetros. Se me pasa bastante rápido, aunque el psoas me está empezando a molestarme. Y ganas de mear. Joder, muchas ganas de mear. Me quedan 50 km hasta la T2 y evidentemente no voy a parar, así que habrá que hacerlo en marcha, una vez más… Hasta tres veces. Esta vez he conseguido hasta hacerlo sin dejar de dar pedales.
Al pasar por Zurbano por primera vez, decido que aunque no tengo hambre hay que empezar a comer, pero antes voy a darme el gusto de pasar acoplado por delante del Buesa y lo dejo para la asquerosa recta de Portal de Bergara.
En la segunda vuelta, al subir por la presa me pasa Álvaro Palacios en bici como un obús. Normalmente anda menos que yo, así que me hace pensar que tal vez me he relajado con lo de mear y comer, pero vuelvo a mirar la media de watios y están en su sitio. Así que a pesar de que Guz sale detrás de él, sigo a lo mío. Vuelvo a pasar por delante de los supporters, por supuesto perfectamente uniformados, que se lo están pasando como los indios con el megáfono.
Antes de bajar la cuesta del perro por segunda vez me como la segunda barrita, me tomo un pequeño respiro y aprovecho la inercia de la bajada para dar un pequeño apretón y mantener los watios en los últimos kilómetros que normalmente siempre me caen al final, ymantengo hasta la T2 ya que me noto con fuerza.
Bajo de la bici con la habilidad y estilo que Dios me ha dado, y corro como un loco por la transición.
Me pongo las zapatillas rápido (los calcetines ya los llevaba puestos) y salgo rápido con muchos gritos de ánimo de gente que sabe que es mi hora de remontar, pero como me dice Kike, con cabeza.
Paso a Yus y me acerco a Rozas (aunque han salido antes, llevan una vuelta más)… Pero me tengo que parar a mear otra vez. Mejor ahora que más tarde y ya no pueda arrancar. Voy tal vez demasiado rápido, pero estoy con ganas. Paso por al lado de Aja e Ibán Rodriguez, que me anima con su clásico :»buen ritmo», pero sé que es verdad. Tengo que recortar al menos 3 minutos, y para eso tengo que ir por debajo de 4. Así aguanto hasta el km10, donde ya bajo a 4 raspadillos, y empiezo a notar dureza en las piernas. Paso al lado de Eneko, que está sacando fotos y también me anima. Al pasar por la zona de meta Haritz me dice que tengo a Ibón a 1 minuto y Vaquero a 2. Me está costando recortar, pero la diferencia está bajando y tengo la esperanza de que a Vaquero le pase factura el IM… En el segundo paso por meta ya veo a Ibon, que va bastante flojo y justo cuando para en el avituallamiento le adelanto ante el delirio de la afición. Me queda un puesto más. No quiero volver a quedar cuarto. Pero ya va a ser imposible. Voy a menos y Kalamotxa me dice en el 17 que Vaquero sigue a dos minutos. Me rindo y me dedico a mantenerme, a intentar disfrutar del momento aunque con lo que me duelen las piernas no es fácil, y que no me dé un bajón definitivo en los últimos kilómetros.
Al entrar en el campo de fútbol todavía relajo más el ritmo para disfrutarlo más y a pesar de que un tío me esprinta en la recta de meta no hago ni ademán de seguirle porque es de otro grupo y no tengo ninguna prisa.
Meta: 4h25’46» Sensación de satisfacción porque sé que lo he hecho bien, de que lo he dado todo y que ha merecido la pena.
Sin embargo, el regusto amargo de saberme fuera del podio, en mi casa, delante de mi gente, en Betoño, sabiendo que he sido el segundo mejor de mi grupo de edad de los que han corrido uno de los clasificatorios que eran obligatorios, no me lo quita nadie.
Para mí, el campeón es Alberto Vaquero y así se lo hice saber. Zorionak txapeldun!