Arbizu no era una de las carreras marcadas en rojo en el calendario, pero tampoco quería ir a pasearme. Estas situaciones intermedias nunca suelen darme buenos resultados, pero una vez enterado de que el duatlón de Egüés no era individual, era el último duatlón que quedaba y además íbamos varios amigos de la grupeta, medio Vibike,.. Había que ir. Por otro lado, después de ver la lista de inscritos (Amatriain, Miguel,Pando, Aguirresarobe, Arnaiz, Maeztu, Jubera, Osoro, Urizar, Yus, Aguirre, Regillaga…), y que no tenía opciones ni de meterme entre los 15 primeros opté por seguir entrenando normal toda la semana, y sólo levantar el pie el viernes. Si algo sé después de tantos años en esto, es que tengo que llegar muy descansado a las carreras, pero tal como ha ido el mes anterior en el que he bajado mucho el volumen en la bici (no voluntariamente) tampoco puedo andar regalando entrenamientos.
El viernes empecé a preparar la bici para la ocasión. Previsiones de viento SO de entre 30 y 50 km/h, con rachas de ente 60 y 90 km/h en la Barranca (un angosto valle para los que no lo conozcan) no hacían presagiar un sector muy agradable. Después de darle muchas vueltas y leer muchos foros anglosajones, decidí montar las Laminar Cover en la rueda trasera y llevar la Zonda y la HED 6 delante, por si acaso. Una vez en Arbizu, después de unos meneos bastante serios en el viaje en coche por la zona de Araia, tras hablar con la gente que había por allí y tras ver cómo todo el mundo escogía llevar el menor perfil que tuvieran y que los que tenían tapas las dejaban puestas (Urizar, Angulo, Moreno…), salí a probar directamente con la Zonda y las tapas. La zona entre Etxarri y Arbizu era con viento cruzado, por lo que la prueba era suficientemente significativa, aunque en la zona de Lizarraga iba a pegar más pero menos cruzado. Me noté cómodo y lo dejé así.
Después de dar mil vueltas de un lado a otro (cosas de ir en tropa a las carreras), por fin dejo la bici en boxes y salgo a calentar. Son casi las cuatro, pero todavía hay gente entrando en boxes. Conclusión: otra vez que no sabemos cuánto tiempo hay para calentar ni cuándo vamos a empezar. Sigo sin tener demasiadas ganas de correr, así que me voy juntanto con gente del equipo para trotar un poco y sólo al final me hago media progresión.
Nos vamos poniendo en la salida, y para variar, me quedo tapado. Tampoco hay prisa y la recta se va a hacer muy larga con el viento de cara.
Después de una larga espera, por fin se da la salida. Desde el principio Amatriain se marcha con Arnaiz por detrás. El ritmo es bastante más lento que en Aranguren, lo que voy a aprovechando para ir remontando poco a poco, hasta que termino viéndome primero del grupo perseguidor, es decir, tercero en carrera ¡!??
Me parece un poco raro, pero en lugar de quitarme de en medio, me mantengo ahí, tirando del grupo porque me encuentro a gusto, mucho mejor de lo que me esperaba antes de salir, pero me están tocando los talones tres o cuatro veces y me van a acabar tirando. En una de estas, termino pisando la cuneta retorciéndome el tobillo, aunque tampoco es demasiado. Me pasa Astorkia y me pego a él. Enseguida, se me vuelve a cruzar el cable y le paso un relevillo. Cuando por fin vamos a llegar al cono de giro de 180°, me adelanta Aguirre con bastante fuerza, y cuando hacemos el giro … me pasan como 20 tíos por izquierda y derecha corriendo a 3’/km con el viento de culo y yo no tengo cambios por ningún lado para intentar seguirles. PICHÓN. Algún día aprenderé a correr con la cabeza fría, pero desde luego parece que ese momento no ha llegado después de 13 años en esto….
Bueno, sigo a mi ritmo, aunque lo que queda de la uña del dedo gordo del pie que me tuve que arrancar el jueves está empezando a molestarme bastante. Me junto con mi compañero Arias. Sé que es buena referencia y que al grupo de delante ya no lo pillamos, así que por lo menos a mantenernos así.
La recta con el viento de cara de la segunda vuelta la vuelvo a hacer tirando yo, pero por lo menos ahora sólo vamos 5 y uno es compañero de equipo, por lo que esta vez me importa menos. El pulso me ha bajado y voy algo más relajado. Cuando nos cruzamos con los cadetes que ya están subiendo en bici, se les ve con menos problemas con el viento de los que me imaginaba por lo empiezo a mentalizarme de que va a haber que hacer 32 km en bici (de verdad que pensaba que iba a dar una vuelta y pararme en boxes porque iba a estar impracticable).
Llegamos a la transición, casco, gafas, no-salto de la rana pero aún así, no sé qué puñetas hago que no acierto ni con una zapatilla ni con la otra y la izquierda se me acaba soltando antes el «oooooo» de los allí presentes. Me lo tomo con calma siguiendo los consejos de alguno que hay por ahí, me vuelvo a poner la zapatilla sin bajarme de la bici, y arranco con algo más de tranquilidad. Por supuesto, de Arias y mi grupo, ya no hay ni rastro.
Al llegar a la recta, empieza a pasarme más gente. No acabo de verme. No me noto ni con fuerzas para ponerme de pie, ni de intentar sprintar y coger un poco de ritmo. Me mentalizo de que con el viento de cara que hay, voy a avanzar mucho más manteniéndome acoplado, así que así me quedo. También veo que la gente va a tirones. Lo mismo pasas a uno que a los 200 metros te vuelven a pasar y nadie encuentra su ritmo, menos los dorsales 87 y 115, que lo encuentran enseguida cada vez que les pasa alguien: miran hacia atrás, ven que no hay moto con juez a la vista y se agarran a la rueda del que les pasa como si les fuera la vida en ello. Reciben un aviso de un juez, pero en cuanto pasa la moto, se ponen a rueda del siguiente duatleta que pasa. Hasta que en una de estas, uno de los que les sufre, Diego García, les dice que ya vale, que esto es una carrera sin drafting y se abre a la izquierda. Entonces ocurre algo que no había visto en mi vida: el 115 se va directamente hacia él cruzando todo el carril e intenta pegarle en el casco con la mano izquierda. Un intento de agresión en toda regla. El que me precede, creo que Jokin Sudupe, y yo le increpamos e intentamos proteger a Diego como podemos, y el 115 todavía dice que » es que le estaba adelantado». Con dos cojones.
A todo esto seguimos subiendo, con un viento del carajo, que tampoco nos hemos parado, pero desde luego, llevábamos cualquier cosa menos un ritmo de carrera entre una cosa y otras. Llegamos a la altura de una moto con una juez. Freno y le digo lo que ha pasado. Pone cara de susto, pero no dice nada. Sigo hacia arriba, que ahora ya la pendiente empieza a ponerse seria, pero desde luego muy concentrado no voy. El 115 ahora le intenta dar explicaciones a Diego, que evidentemente no se las acepta y le deja que se vaya. Me pongo a la altura de Diego (todo esto lo he visto desde unos metros más atrás) para intentar tranquilizarle. No deja de ser un sub23 que ha estado en mi equipo un par de años y no tiene que estar pasándolo muy bien en estos momentos.
Terminamos la subida juntos y le dejo que pase sabiendo que baja bastante mejor que yo, pero está completamente desconcentrado, apenas me saca distancia y a la salida de Lizarraga le mete un meneo el viento que le cambia de carril llevando sólo Mavic Cosmic de 50 en las dos ruedas. Viéndolo, yo me voy preparando para mi turno, pero cuando paso yo apenas me mueve. Me convenzo por fin de que tal como dicen las tapas o la rueda lenticular estabilizan la bicicleta y que con el perfil de la Zonda en la delantera me mantengo bien, para acoplarme y empezar a meter pedales como un loco. Transcurrida una vuelta, veo que he acertado y que «hay carrera», o por lo menos que hay que terminar. Un poquito tarde, pero aprieto. El problema es que tengo los gemelos cargadísimos y la segunda vuelta se va a hacer muy larga.
La recta la vuelvo a hacer acoplado, pero en la subida tengo que meter el 25 desde el principio, que en la primera vuelta apenas había metido. En la bajada aprieto un poco más que en la primera vuelta, visto que las curvas no son peligrosas y no hay ninguna demasiado expuesta al aire.
Me exprimo en el último tramo «llano» sacando partido a la cabra y las ruedas, remontando dos o tres puestos y así llegamos a la transición. En cuanto echo pie a tierra, veo que el último sector se va a hacer largo. Voy corriendo por boxes dando pasitos cortos. Zapatillas y a correr. Poco a poco.
Como siempre pero esta vez con más motivo, una vez dejada la bici en la barra me relajo. Soy consciente de que no tengo mucho más que hacer ya en esta carrera, así que intento ir soltando piernas poco a poco para intentar llegar en el puesto más digno que pueda.
Intento empezar a contar la gente con la que nos cruzamos para ver en qué puesto va Borja y ver si se mete en el Top10… Le animo cuando justo acaba de pasar a Rozas y veo que va a terminar así la cosa. Por mi parte, me junto con Sudupe, una vez más, nos hemos pasado la carrera alternando puestos, y me dice que intentemos ir juntos.. La verdad es que ya no puedo ir mucho más, así que me pongo detrás cuando faltan 2 km, vamos remontando algún puesto, y desde luego, no le esprinto.
Entro a meta dedicando la carrera a mi hijo, (jejeje, cómo suena, no acabo de acostumbrarme) más que nada que porque es la primera carrera a la que viene e intuyo que su madre se ha quedado helada de frío, no porque esté muy orgulloso de mi rendimiento. No tenía mucho más en las piernas, pero por otro lado, sé que podía haberlo hecho mejor si hubiera estado mejor de cabeza.
Aunque todavía tengo pendiente el análisis, el sábado recordé por qué dejé de hacer duatlones…