En Vitoria éramos unos cuántos los que teníamos esta carrera entre ceja y ceja después del Mundial de 2012 que tan buen recuerdo nos dejó a todos. Como ya he escrito últimamente, no llegaba muy seguro de cómo estaba. Era un mar de dudas, a pesar de que el último mes había entrenado mucho. No sé si bien, pero por lo menos mucho. En bici no acaba de ir fino, los números seguían sin salir, pero por lo menos metí buen volumen.
También dije que en las dos últimas semanas no estaba recuperando tan bien como en las 4 anteriores y los últimos 4 días antes del domingo, me encontraba realmente cansado y con unas ojeras que no terminaban de marcharse y que no suelen ser buen síntoma. Para terminar de arreglarlo, no sé muy bien por qué, no creo que fueran los nervios, el sábado pasé 5 veces por el baño.
El domingo, día de la carrera, me levanté mejor. Sin demasiados nervios, pero creo que sin ser consciente, tampoco sé por qué, de lo que me venía por delante. Esta sensación ya la había comentado con mis amigos los días anteriores. El hecho de correr en casa, evidentemente es una ventaja, pero no acababa de hacerme a la idea de que era un ironman a lo que me enfrentaba.
Preparé la bici y me fui enseguida a calentar al agua. Me encontraba bien, con ganas de volver a nadar bien y de hacer una carrera agresiva dentro de lo que un Ironman puede permitir.
Nos ponen la musiquita épica, y me empiezan a salir las lágrimas… por fin ha llegado el momento, tras charlar un ratito con Guz que estaba estratégicamente colocado para quitarnos los nervios con su verborrea, me pongo en la esquina izquierda, para evitar las algas. Busco a Patri pero no la veo. Sólo espero que no se pierda la salida por llevar la dichosa bomba al coche.. Se da la salida por sorpresa y arranco como un loco. Primero en el agua de mi zona con bastante diferencia. Braceo fuerte sin volverme loco. Por la derecha van algo más rápido, pero aguanto hasta pasar las algas para tirarme hacia ellos y “que me lleven” como me ha dicho Guz.
Se han ido 3 ó 4 por delante, y nos quedamos un grupo perseguidor bastante amplio. Me coloco en el medio, pero enseguida veo que puedo subir algunas posiciones sin demasiado esfuerzo, así que voy remontando por la izquierda, hasta que llego a la boya del 1400 el tercero o cuarto del grupo. En el giro, me meto agua en el neopreno para refrigerar, localizo la boya, veo que hay brazos por delante y que la referencia de la isla de los conejos está clara, así que en cuanto veo que los que tiran de mi grupo se desvían un poco, no lo dudo y me pongo a tirar. Me encuentro realmente cómodo, así que no me preocupo demasiado de si me estoy desgastando por tirar o no. Sólo de llevar bien la respiración y no perder el rumbo.
Seguimos así hasta que en la última boya, que realmente son dos, hay que enfilar ya hacia la salida, pero están muy muy lejos de la orilla y estoy notando que se está levantando bastante oleaje por el viento y la corriente nos va a alejar de la orilla, por lo que hay que corregir bastante el rumbo.
Veo mucha gente en la transición. Aguanto hasta tocar las piedras con la mano y me pongo de pie. Nada de mareos y el primero del grupito, que siempre mola.
Oigo mi nombre desde un montón de sitios, pero sólo me preocupo de buscar mi bolsa, ponerme los calcetines bien, las zapatillas de ciclismo y salir muy rápido hacia mi bici. Con la hierba se corre muy bien con las calas y me sorprendo de lo rápido que voy. Transición normal y a dar pedales. Objetivo: 190-200w y 140 ppm. Así 180 km y tres vueltas a un circuito al que nadie le ha dado más vueltas que yo (y si no, que me lo demuestre aquíJ)
Borja ya me dijo que el sábado andaba mucho viento sur por Salvatierra y Guz también me ha avisado de que a las 7:30 ya soplaba. Así que desde el primer momento, me quito de la cabeza el 9:30 que tenía como objetivo (un saludo a todos los que no me creyeron cuando dije que esto no era Calella) y sólo pienso en hacer un buen puesto.
Pero en cuanto doy cuatro pedaladas y me acoplo, veo que algo no va bien. Me duelen muchísimo los cuádriceps y acabamos de empezar. Pienso que igual es que al cambiar de Powertap en la última semana los watios son diferentes a los que he estado moviendo todo el año porque el anterior estaba algo descalibrado… pero el pulso también está en su sitio. Lo que no funcionan son las piernas. La clave de un ironman es bajarse a correr fresco y llevo las piernas reventadas en el km10. Desde luego, así no iba en Calella hace dos años. Bueno, hay que seguir. Me centro en seguir el plan: mantener los watios siempre que no se me dispare el pulso, ir acoplado, tomar un gel en cada avituallamiento con agua y refrescarme las piernas con agua para aliviar el dolor.
En el primer paso por Zurbano ya me ha pasado gente de mi grupo, nos hacemos un pequeño pelotón que convierte el paso por el avituallamiento en un pequeño caos y cojo mi bidón de Energy congelado que tenía que coger dentro de 60 km, pero ya que me lo puso Nai en bandeja, lo cogí por si acaso. Ahí empecé a ver que no iba a poder terminar.
Y así durante 120 km más. Cada vez con más viento y cada vez más dolor. Sólo desde Vitoria a Arroiabe el viento era favorable. Hasta Gordoa cruzado y luego ya de cara. Infernal. Poniendo el plato pequeño tras la bajada de Ilarraza… En todo el año no ha hecho un viento sur así y tiene que soplar el día que peor me encuentro de piernas. En el último paso por Salvatierra empiezo a notar un sospechoso dolor en la parte interior de la rodilla. No sé si con las prisas de la transición no me he apretado bien la BOA de las zapatillas y no he llevado el pie en su sitio, pero ese dolor tampoco lo he tenido en todo el año. ¿Algo más que me pueda pasar? Claro! El dolor de tripa. También empiezo a notar la tripa hinchada. Cada vez me entra peor todo, y cojo un trozo de plátano para meter algo más natural al cuerpo. Los geles ya no me entran y el Energy lo tengo que tomar en sorbitos pequeños. Visto el panorama, decido levantar el pie. Es la única posibilidad que tengo de acabar. Ya veo que voy a pasar de 5h20..así que con las piernas que llevo no bajo ni de 10 horas.. Pero hay que terminar. Está siendo un día muy duro y creo la gente lo va a pagar corriendo.
Llevo tiempo pensando si cambiarme de ropa o no para correr. Pero decido hacerlo porque llevo ya rozaduras en los muslos y hay que asegurar, aunque la verdad es que con mono corro muy bien. Así que llega la transición, entrando a Vitoria por las rotondas por las que paso cada día que vuelvo a casa de entrenar, pero castigadísimo. Sin querer aprieto en Olaguibel ante los gritos de la gente. Quería soltarme antes las zapatillas, pero prefiero animarme un poco antes que ganar 5 segundos.
Me cambio de ropa completamente en la carpa y salgo a correr. Veo a Patri, a mis padres, un montón de gente, pero no voy bien de piernas y en cuanto doy 5 zancadas soy consciente del barrizal que tengo montado en el estómago.
Al principio pienso que es flato, pero va a más. Es toda la tripa y el dolor es insoportable en cada paso. No sé cómo apretarme la tripa para que me moleste menos. Eneko, Pedro, Aitor, gente con muchísima experiencia que me dice que esto es muy largo y que se terminará pasando. Me meto al autobúswc, pero no sale nada. Sólo eructo una y otra vez. Me paro donde Pedro y le digo que a ver qué hago. Me dice que haga unos ejercicios de respiración, pero no consigo más que sentir que me asfixio. Mucho triatletas me animan al adelantarme (voy andando mucho tiempo). Todos me dicen lo mismo. Que poco a poco.
Al acercarme al centro lo vuelvo a intentar. La gente se da cuenta de lo que estoy sufriendo y me anima más. Me emociono, siento una rabia terrible, y sigo corriendo mientras rompo a llorar. Vaya numerito. Jorge García me pregunta si estoy bien. Le digo que sí. Mentira cochina (tampoco es tonto, voy corriendo encorvado) pero no quiero que me paren. Parece que se me va pasando poco a poco, vuelvo a adelantar algunos puestos y parece que la cosa puede mejorar. Sólo quiero llegar al km 20, con la esperanza de que la gente que me ha pasado en bici (creo/espero que en muchos casos por encima de sus posibilidades) empiece a flojear, pero no llego.
Al llegar al Estadio me empieza a molestar mucho más la rodilla y definitivamente me hundo y me vuelvo a parar. Tendría que tomarme un gel para coger algo de energía porque empiezo a notarme vacío, pero es imposible seguir así. Me quedan 27km, que al ritmo que llevo van a ser más de 2 horas y definitivamente me rindo. No encuentro ninguna razón para seguir arrastrándome. Esta no es la carrera con la que llevaba meses soñando, visualizando en cada uno de mis entrenamientos. Es una puta mierda y no quiero seguir así. No quiero seguir forzando la rodilla. Pienso que en Castro tendré otra oportunidad dentro de 14 días y por ser finisher lo puedo echar todo a perder. Así que me paro. Me giro y me doy la vuelta. Guz hace un último intento desesperado por convencerme, pero me ve la cara y desiste enseguida no hay nada que hacer.
Esta tarde he leído la crónica de Raúl Amatriain. Siento exactamente lo mismo que él. Rabia por haber abandonado, dudas por haberme rendido, pensando que tal vez podía haber seguido. Pero cuando uno decide abandonar en una cita tan especial es por algo. Más cuando estoy en la temporada que más he entrenado porque sabía que podría ser la última buena pero es en la que más estoy sufriendo.
Miro mis objetivos, los resultados de este año… Y no me queda otra que seguir. Lo voy a seguir intentando. Voy a descansar unos días y volveré a intentarlo en Castro el día 11 y en alguna prueba más que caiga por septiembre, porque así no me voy a quedar.