Llegamos a la última semana. Parece mentira que ESTE domingo me enfrente a mi primer ironman. Llevo tanto tiempo entrenando con la carrera tan lejos, que no acabo de creérmelo.
La penúltima semana ha sido complicada. Me he encontrado muy, pero que muy cansado. Esa sensación que no había tenido (cosa rara) durante los dos últimos meses se ha concentrado en esa semana. Todo el mundo me decía que era normal, que era señal de que había hecho las cosas bien, y de que estaba asimilando la carga… pero no acababa de creémelo.. ¿ y si me había pasado?
El sábado tocaba bici. El último entrenamiento de verdad. Vuelta a Egino por última vez esta temporada, con dos series largas un poco por encima del ritmo de carrera. El compañero esta vez era Ibón Gabilondo. Un triatleta con mejor bici que yo (en todos los sentidos:)), pero que salió con la de carretera y estaba recién llegado de vacaciones… Llegamos a Egino y empezamos a forzar.. Hubiera sido una buena ocasión para los que todavía creen que la aerodinámica en general, no es para tanto y que lo importante son las piernas. Total, que recuperé sensaciones, que a pesar de que me había levantado cansado, me encontraba fuerte, que pasaban los minutos y veía que todavía tenía gas y tenía que contenerme para no pasarme de watios.
Así que llegué pletórico a Eskalmendi, giro en la rotonda de la fábrica para recoger a Ibon que se había quedado poco después de la presa. Al encontrarnos, me levanto del sillín, miro para atrás, y le hago un gesto a Ibon con la mano…. Demasiadas cosas a la vez para mi prodigiosa habilidad… sin que me dé tiempo a darme cuenta, la rueda delantera se me ha ido y golpeo el suelo con la rabadilla, luego con la espalda y finalmente con la cabeza… Me quedo aturdido. Ibon me ayuda a levantarme y parece que todo está en su sitio.. Hacemos revisión de daños: me molesta un poco la rodilla, tengo raspada la espalda, rota la chaqueta , rajado el casco y me empieza a doler el cuello… La bici parece que está entera. Llego a casa montado en bici, sin problemas, pero con mala leche para repartir. Falta una semana para el ironman y la lío… El dolor de cuello sigue por la tarde. Lo demás va remitiendo.
El domingo nos toca correr la Josetxo Imaz, en Lazkao. Un clásico en el equipo… 10 km, que sé que en cuanto den la salida voy a salir a muerte. El cuello sólo me molesta si giro la cabeza, así que fácil. No hay que mirar para atrás. Se da la salida. Como siempre, estamos más atrás de lo que nos corresponde y tenemos que subirnos a la acera para remontar. Los 2 primeros kilómetros en 3.14, el siguiente 3.20… bueno, asfixiadillo, pero a ese ritmo es lo que hay… Me estabilizo en 3.30 en km5. Me va a costar, pero creo que puedo mantenerme ahí..
En la última recta, veo el crono al fondo 34.50… y de repente me doy cuenta (ni me lo había planeado) de que puedo bajar de 35 por primera vez!! así que esprinto y al final, puesto 34 y 34.54. Casi sin querer, sin preparación específica, con 90 km el día anterior y coscorrón, he batido mi mejor marca en 10km, en una carrera en la que ha habido tiempos peores que en otras ediciones, entre los buenos (según nos dijo uno de ellos en el vestuario).
Voy a quedarme con las sensaciones del sábado en bici y el domingo corriendo, aunque el ritmo y la duración no tienen nada que ver. Con que el tendón no me ha vuelto a molestar, el psoas lo justito, y vamos a mimar a mi cuello para que pueda nadar en Calella sin hacer escorzos raros durante 1hora…
Dos entrenos de natación cortitos, uno de bici más que nada para comprobar que todo sigue en el sitio, unos cálculos para estimar la potencia objetivo y ya está. El viernes salimos, una vez más, en la furgo de Borja. Un fin de semana para pasarlo bien, respirar y vivir triatlón. Un fin de semana que recordaré siempre. Espero que con buen sabor de boca.